4 formas en las que las ciudades se benefician de límites bajos de velocidad

Una de las decisiones más polémicas y criticadas del gobierno de la CDMX, sin duda alguna, ha sido la reducción de los límites de velocidad en vías rápidas, aunado a la implementación de radares y fotomultas. Y si bien es cierto que los ‘contras’ son bien conocidos y han sido expuestos en distintos medios, ¿te has preguntado cuáles son los ‘pros’ de esta medida?

  • Reducción del índice de accidentes fatales

Se estima que cada año, mueren 1.25 millones de personas por accidentes de tránsito, y dicha cifra se reduciría un 6% por cada 1.6 km/h que el límite de velocidad bajara. Por otro lado, las estadísticas indican que en un accidente a 30 km/h, un peatón tiene 90% de probabilidades de sobrevivir; mientras que sus chances descienden dramáticamente a un 70% y 20%, si es impacto se da a 40 o 50 km/h, respectivamente.

Aunado a estos datos, a mayor velocidad, el efecto de ‘visión de túnel’, es mayor en los automovilistas, tal y como lo demuestra la siguiente imagen.

 

  • Mejor capacidad de reacción para conductores

Como la imagen y el subtítulo indican, es evidente que a mayor velocidad, los autos necesitan una mayor distancia para frenar, disminuyendo su capacidad de reacción en caso de una emergencia y aumentando considerablemente las probabilidades de un accidente.

 

  • Bajas velocidades no necesariamente significa viajes más largos

Contrario a la misconcepción que se tiene, el reducir la velocidad, en las grandes ciudades no necesariamente significa que los trayectos serán más tardados, pues en las urbes actuales, los tiempos de recorrido están directamente relacionados con la frecuencia de las intersecciones o semáforos, más que con las velocidades de los autos. Para comprobarlo, se calcula que la diferencia entre un trayecto a 30 km/h y uno a 50 km/h, es únicamente de 18 segundos. Además, existen ejemplos claros de que estas medidas reducen la probabilidad de la congestión de tránsito, como cuellos de botella, al generarse una velocidad de aceleración constante.

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  • Mejores ambientes

Aunque esto podría parecer obvio, la implementación de límites de velocidad más bajos, fomenta mejores comunidades, amigables para ciclistas, peatones y por supuesto, esto incentivaría los viajes a pie y bicicleta, que al mismo tiempo se traduciría en mejor salud y menos emisiones y accidentes viales.

 

  • Mejor salud económica

Mientras que el fomentar el uso del automóvil, aumenta la dependencia de las ciudades al petróleo, desalentarlo se traduce en una mayor plusvalía y derrama económica en los comercios a los que un automovilista no tendría acceso, a diferencia de un peatón o ciclista.

 

Fuente: The City Fix

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