El urbanismo frente a la ciudad actual: sus desafíos, sus mediaciones y sus responsabilidades

El siguiente texto es la introducción de una reflexión que Jordi Borja ha hecho a propósito del Foro Social que se prepara con ocasión de Habitat III conferencia de las Naciones Unidas.

Por Jordi Borja

Introducción. El urbanismo entre la ética y la política

El urbanismo se ha vinculado a la ordenación física de la ciudad existente y el desarrollo de la misma. Los urbanistas, principalmente arquitectos e ingenieros, determinan las formas futuras de la ciudad, y casi siempre los usos. Son los hacedores de planes y proyectos. Las otras profesiones (juristas, economistas, sociólogos o geógrafos) pueden hacer contribuciones complementarias, que se suponen sirven para viabilizar las propuestas. Esto es la apariencia. En realidad las dinámicas del mercado van más rápido que la elaboración y ejecución de los planes y proyectos. Lo mismo los comportamientos sociales. Las decisiones políticas deben implementar cambios, aprobar cambios, establecer otras prioridades o simplemente interpretar permisivamente lo que exigen el negocio mercantil o las reivindicaciones ciudadanas. La ciudad actual es más proceso que estructura, por lo menos si se pretende entender para intervenir en ella. Es un flujo permanente que hay que orientar en un sentido o en otro. Hay que reconocer las tendencias en curso, siempre contradictorias, y decidir cuales son las tendencias a frenar o a reducir y las que es preciso potenciar. Como en la cancha, el entrenador debe estar modificando los planteamientos y las colocaciones de los actores.

El urbanismo no es, no puede ser una disciplina estática. Por el contrario debe adaptarse a situaciones cambiantes. Como son las dinámicas sociales y económicas (como la globalización financiera), los movimientos migratorios y los comportamientos colec- tivos, los cambios políticos y jurídicos y las modas intelectuales, la emergencia de innovaciones tecnológicas y de problemáticas antes poco reconocidas (como las ambientales) y la exigencia de nuevos derechos y reconocimientos. Y también los progresos, innovaciones y experiencias de la propia disciplina. Pero a diferencia de las ciencias “duras” como las naturales, el urbanismo es una disciplina que no puede prescindir de todo tipo de conocimientos, sean científicos, técnicos, ideológicos, psicológicos, de los intereses o valores de los individuos y de los colectivos sociales, de la historia y de los mitos, de lo que se hizo y de lo que se pensó sobre la ciudad, etc. Y además debe ser instrumental, el urbanismo es una práctica, como la medicina o la ingeniería, debe intervenir sobre el territorio. Sin embargo, no es solamente una técnica. Es mucho más.

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El urbanismo, como otras profesiones, actúa sobre las condiciones de vida de la ciudadanía. Por lo tanto sus fundamentos básicos son éticos, humanistas o sociales. Los fundadores del urbanismo, entre ellos Cerdá y otros muchos, parten de algunos principios elementales. Uno: la ciudad debe garantizar a todos los habitantes por igual el acceso a los bienes y servicios que son comunes o necesarios a todos (vivienda, transportes, reconocimiento, espacio público, etc.). Y segundo: contribuir a las transformaciones sociales, económicas, culturales y política con el fin que el objetivo (derecho) anterior sea realmente efectivo. El urbanismo nace con dos almas que pueden ser complementarias o contradictorias.

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