Moverse es un desafío

Acoso e inseguridad, falta de empatía e infraestructura obsoleta son algunos de los retos que enfrentan las mujeres en las calles de la CDMX.

Por Adriana Álvares > @lyzalvarez_re y Andrea Peniche > @aneapt

La movilidad en la Ciudad de México es un completo reto, diariamente sus habitantes deben enfrentarse a situaciones como saturación en el transporte público, excesivo tiempo en los traslados, calles mal pavimentadas, baches y falta de educación vial y peatonal. Por si fuera poco, existe un sector de la población que tiene la situación aún más difícil: las mujeres. Varios testimonios ofrecidos por personas –entrevistadas por City Manager– coinciden en que los principales retos que enfrentan día con día son la inseguridad, el acoso, infraestructura obsoleta o en mal estado y falta de empatía por parte de otros ciudadanos. Hace algunas décadas las mujeres dejaron de quedarse en casa y comenzaron a ser una fuente de ingresos para sus familias. Así fueron estableciéndose cada vez más en el mundo laboral y, por tanto, se vieron en la necesidad de moverse por la ciudad a través de distintos medios de transporte.

ACOSO E INSEGURIDAD

En la CDMX se han aprobado iniciativas que protegen a las mujeres en los distintos sistemas, como el Metro y Metrobús, con secciones exclusivas en horarios específicos, y el servicio Atenea en los principales corredores; pero ¿realmente son efectivas estas medidas? Un estudio elaborado por la Fundación Thomson Reuters reveló que la capital mexicana es la segunda de 15 urbes (después de Bogotá, Colombia) en donde el transporte público es más peligroso para las mujeres, ya que 64% de las encuestadas confesó haber sido víctima de acoso durante algún traslado. Michelle Mendoza, de 18 años, ha sido testigo de lo anterior, pues diario utiliza el Metro para ir a la escuela durante las horas pico, por lo que ha tenido que vivir situaciones incómodas durante sus viajes.

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“Me gusta usar el transporte público, porque a veces es mucho más rápido que ir en coche; sin embargo, creo que debería de haber más seguridad. La saturación es un riesgo para nosotras, ya que no sólo te están empujando o aplastando, sino que a veces se aprovechan de la situación para robarte y hasta tocarte”, dijo. Asimismo, Verónica, de 31 años, quien es madre soltera, compartió la siguiente experiencia: “En una ocasión me subí al Metrobús con mi hija y un señor estaba sentado en la sección de mujeres; en vez de cederme el lugar, él me dijo que podía sentar la niña en sus piernas. Obviamente, no lo permití, pero él continuó insistiendo. Era un completo desconocido, ¿cómo iba a dejarle a mi pequeña?”.

FALTA DE EMPATÍA

Transportarse en la capital del país es un reto para cualquiera, pero hay que tomar en consideración que todavía es más difícil para las personas con discapacidad. Tal es el caso de Marcela Campos, una estudiante de 19 años que utiliza silla de ruedas y quien diariamente viaja en Metrobús. “Considero que lo más difícil no es subirme al Metrobús, pues siempre hay un policía o algún pasajero que me ayude. Lo realmente complicado es salir del vagón, ya que a la gente no le importa si tú también vas a bajar, se ponen enfrente de ti cuando les pides permiso y tienes que hacer maniobras para poder acercarte a la puerta (…). La gente es muy grosera a veces y no te ayuda, incluso se molesta porque tengo la silla, pero no puedo hacer otra cosa (…). Creo que falta educación en el transporte”, mencionó. Quien también padece la ausencia de solidaridad entre ciudadanos es Emma Chávez, una ciclista de 20 años, quien acusa a la sociedad de no tener cultura vial y poner en riesgo la seguridad de los demás. “Los autos no te toman en cuenta; nos avientan el coche, nos intentan rebasar, se enojan y nos tocan el claxon; creen que la calle sólo es para ellos (…). Incluso los peatones tampoco respetan a los ciclistas, ya que cuando van a cruzar sólo se fijan en si viene o no un auto y es como si nosotros no existiéramos”, añadió.

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LOS CIUDADANOS DEBERÍAMOS DE SER MÁS SOLIDARIOS ENTRE NOSOTROS, HAY QUE APRENDER QUE ALGUNAS PERSONAS NECESITAN DE NUESTRA AYUDA Y NO NOS CUESTA NADA OFRECERLA.

INFRAESTRUCTURA OBSOLETA

Marcela Campos también encuentra a su paso dificultades, como banquetas altas y sin rampas, baches y falta de cruces peatonales. “Diario estoy en la colonia Roma y puedo asegurar que las calles están mal hechas, tienen desniveles difíciles de cruzar y muchas banquetas no tienen rampas; te ves obligada a irte por debajo de ella junto a los coches”, afirmó. Por su parte, Victoria Rodríguez, de 76 años, tiene dificultades al caminar, pues debe usar un bastón; ella enfrenta los mismos retos anteriores en la Ciudad de México y, aunado a esto, debe hacer frente a uno todavía más grande: las escaleras. “Para ir desde Plaza de la República (Línea 1) hasta Cuitláhuac (Línea 3) debes hacer un transbordo en la estación de Circuito y subir y bajar muchas escaleras; eso no puedo hacerlo tan fácil y prefiero tomar un taxi, aunque también así me sienta insegura y gaste más dinero”, señaló.

HAY QUE HACER UN MAYOR ESFUERZO

Los desafíos anteriores se viven día a día en nuestra ciudad. Por una parte, el gobierno ha creado políticas para ayudar a las mujeres a obtener un transporte más seguro; sin embargo, no han sido del todo efectivas como quisiéramos. También se han hecho esfuerzos para que la infraestructura vial y de transporte sea inclusiva y de mayor calidad, aunque aún falta mucho por hacer, y en cuanto a los ciudadanos, urge una mayor sensibilización y concientización. Los esfuerzos en la materia tienen que ser mayores por parte de autoridades y población en general.

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