Índice de Prosperidad en México, o la radiografía de la complejidad urbana

De acuerdo con la ONU, el proceso de urbanización en el que el mundo está inmerso representa uno de los más grandes retos a enfrentar de los tiempos modernos.

Karina Coss > @_Karriina

Se calcula que, dentro de alrededor de tres décadas, más del 70 por ciento de la población mundial habitará en zonas urbanas y ante este pronóstico, es necesario repensar la manera en que está organizado el panorama global.

Alcaldes, empresarios y líderes urbanos se encuentran ante la posibilidad de transformar los paradigmas que definan desde ahora, la prosperidad de la ciudades del futuro.

Pero, ¿qué es una ciudad prospera? En términos generales y conforme a la definición de Naciones Unidas, una ciudad próspera es aquella que ofrece abundancia de bienes públicos y desarrolla políticas y acciones para un uso sustentable y un acceso equitativo para todos.

¿Cómo caminar entonces hacia una urbanización en donde haya mejores condiciones de equidad y bienestar para la población?, se necesita, en primer lugar, evaluar, monitorear, medir y proponer.

Con ese objetivo surgió en 2012 el Índice de Prosperidad Urbana (CPI, por sus siglas en inglés), instrumento de medición desarrollado por ONU Habitat para contribuir al diagnóstico de las condiciones que definen la competitividad, desarrollo y oportunidades de prosperar de diversas ciudades en el mundo.

El CPI (City Prosperity Index) se obtiene luego de medir con un método riguroso, seis aspectos principales en una ciudad: su productividad, infraestructura urbana, calidad de vida, equidad e inclusión social, sostenibilidad ambiental y gobernanza y legislación urbana.

Con el propósito de hacer una comparación global y con criterios homogéneos de solidez o debilidad, el CPI se ha aplicado a petición de sus propias autoridades y gobiernos, en diversas partes alrededor del mundo, siendo México uno de los países en el que más ciudades se han diagnosticado.

Aunque el CPI no es considerado un ranking oficial sí se contempla como un mecanismo de medición de referencia local e internacional.

Las ciudades en México, débiles en su prosperidad

De acuerdo con el Reporte Nacional de Tendencias de la Prosperidad Urbana en México que la propia ONU Habitat publicó en Septiembre de 2016, se generaron 152 reportes que colocan a México como el país en donde más ciudades se han evaluado con este índice.

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Para la medición se tomaron como referencia los 152 municipios donde se generaron más créditos hipotecarios del Instituto del Fondo Nacional de la Vivienda para los Trabajadores (INFONAVIT) en 2014.

De esta manera y en una escala del uno al 100 donde el Estado de Prosperidad va de lo “muy débil” a lo “muy sólido”, México arroja un promedio nacional de 54.3, lo que se traduce en una prosperidad moderadamente débil.

Aún cuando en el reporte se advierten lagunas importantes de información para diagnosticar con precisión los ejes que determinan el CPI, el estudio apunta a que las políticas públicas del gobierno mexicano no han sido eficientes sobre todo en materias relacionadas con la vivienda, el medio ambiente y la movilidad.

El estudio destaca la urgencia de ofrecer alternativas de suelo habitacional para los más pobres en las ciudades, a fin de reducir el crecimiento de los asentamientos informales y precarios; igualmente, ampliar la cobertura y mejorar el acceso a servicios públicos urbanos de calidad, a transporte público y no motorizado eficiente y a financiamiento diversificado para la vivienda.

Las dimensiones donde se arrojaron los mejores resultados fueron en a) Infraestructura y b) Equidad e Inclusión Social (62.6 y 70.7 respectivamente), mientras que en materia de Gobernanza y Legislación Urbana se obtuvo la valoración más baja con un puntaje de 37.9.

De manera general, ciudades como Monterrey, CDMX y Querétaro resultaron como las más altas en su índice de prosperidad urbana tomando en cuenta su capacidad de generación de empleos, igualdad de oportunidades y calidad de vida de su población, mientras que ciudades como La Piedad y Cadereyta de Montes se encuentran al final.

Es de resaltar que entre los primeros lugares hay dos aglomeraciones vinculadas fuertemente con el turismo: Playa del Carmen y Cancún, así como una ciudad vinculada al comercio internacional: Reynosa.

Lo anterior corresponde únicamente al tema de productividad, el CPI desglosa de igual manera cada uno de los seis subtemas evaluados, resultando el promedio total de 54.3 que coloca a México en un escenario de alerta.

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Por ejemplo, en los ejes mejor evaluados como Infraestructura, las grandes ciudades como la de México, Guadalajara o León reportaron un mal desempeño, lo que se explica posiblemente porque aunque tienen mayores recursos para inversión y mantenimiento, sufren mayor deterioro.

El caso más relevante por su pobre desempeño en este aspecto es el de Toluca que, siendo la quinta aglomeración más grande del país, sus resultados están dentro de los peores a nivel nacional.

La dimensión “Calidad de Vida” obtuvo una valoración global de 62.0 que la coloca como la tercer dimensión con mejores resultados del CPI, y se considera un factor moderadamente sólido.

En este rubro, las grandes aglomeraciones son las que tienen el valor promedio más alto puesto que suelen gozar de acceso a servicios superiores característicos de las grandes zonas metropolitanas, mientras que éstos son considerablemente limitados en las aglomeraciones pequeñas y medianas.

Respecto a las grandes aglomeraciones, Mérida y la Ciudad de México (ZMVM) son las que ocupan los dos primeros puestos, aunque corresponden a los lugares 6 y 9 respectivamente en el comparativo con la totalidad de las aglomeraciones.

En el otro extremo, Tijuana y Culiacán ocupan los últimos dos lugares en la clasificación de las grandes aglomeraciones.

De acuerdo con el mismo informe, la urbanización mexicana hará pasar al país de 384 ciudades en 2010 a 961 en 2030 en las que se concentrará 83.2 por ciento de la población nacional.

Las tendencias de la urbanización mexicana se enfrentan a un desafío extra: la persistencia de un modelo socio-económico desigual e inequitativo que seguirá concentrando población de muy bajo ingreso en las ciudades.

“De no acelerarse las políticas de oferta de suelo habitacional bien localizado para las familias más pobres en las ciudades y no replantearse la política de construcción de vivienda social, se acelerarán procesos de ocupación de suelo en zonas de riesgo y de manera irregular; igualmente, predominará la ubicación de nuevos conjuntos de viviendas sociales en las periferias alejadas de las ciudades”, advierte el reporte.

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En el mismo sentido, destaca la tendencia al crecimiento del parque automotor en detrimento de la movilidad no motorizada y de transporte público y las tendencias de los gobiernos locales que se orientan a un debilitamiento de la gobernanza urbana por falta de capacidades técnicas, organizativas, de información y sobre todo de recursos para enfrentar la acelerada urbanización.


MEDICIÓN POR INDICADOR:

Productividad: 57.3

Una ciudad próspera contribuye al crecimiento económico y el desarrollo, la generación de ingresos, el empleo y la igualdad de oportunidades que proporcionan niveles de vida dignos para toda la población.

Infraestructura: 62.6

Una ciudad próspera proporciona infraestructura y servicios –vivienda adecuada, saneamiento, suministro de energía, sistemas de movilidad sustentable, tecnologías de la información y comunicaciones– necesarios para sostener la población y la economía, y mejorar la calidad de vida.

Calidad de Vida: 62

Una ciudad próspera proporciona servicios sociales, educación, espacios públicos, recreación, salud y seguridad, necesarios para mejorar los niveles de vida, lo que permite a la población maximizar el potencial individual y llevar una vida plena.

Equidad e Inclusión Social: 70.7

Una ciudad es próspera en la medida en que la pobreza y las desigualdades son mínimas. Ninguna ciudad puede presumir de ser próspera cuando grandes segmentos de la población viven en pobreza extrema y privaciones. Esto implica reducir la incidencia de barrios marginales y de nuevas formas de pobreza y marginación.

Sostenibilidad Ambiental: 46.7

La creación y (re) distribución de los beneficios de la prosperidad no destruyen o degradan el ambiente; en cambio, reducen la contaminación, aprovechan los residuos y optimizan el consumo de energía. Significa que los recursos naturales de la ciudad y su entorno se preservan en beneficio de la urbanización sostenible, de tal forma que no se comprometan las necesidades de las futuras generaciones.

Gobernanza y Legislación Urbana: 37.9

Las ciudades son más capaces de combinar sostenibilidad y prosperidad compartida a través de la gobernanza urbana efectiva y liderazgos transformadores, elaborando planes integrales y ejecutando políticas que se diseñan y aplican con la participación social; actualizando leyes y reglamentos y creando marcos institucionales adecuados con los tres ámbitos de gobierno y con los actores y las instituciones locales.

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