De acuerdo la Organización Internacional del Trabajo, a nivel mundial, 2000 millones de trabajadores llevan a cabo sus actividad productivas en el sector informal, es decir un poco más del 61 por ciento del empleo lo proporciona dicha esfera productiva.
La pandemia del COVID-19 ha puesto de manifiesto la gran desigualdad económica, en la que se encuentra sumida la mayor parte del mundo (y en particular nuestro país1), consecuencia de las directrices de la política económica acatadas en el periodo neoliberal: que pone de manifiesto la brecha infranqueable entre los que nada tienen y los pocos que lo poseen todo. Tomando como referencia lo expuesto en 2018 por Winnie Byanyima (directora ejecutiva de Oxfam2 Internacional), la fortuna combinada de las 26 personas más ricas del mundo equivale a la misma cantidad que la riqueza total de los 3,800 millones de personas más pobres.
De acuerdo a la revista Forbes y con datos del CONEVAL,3 podemos asegurar que en nuestro país vive el hombre más rico de América Latina junto con más de 50 millones de personas en situación de pobreza, casi nueve millones de vulnerables por ingreso (o simplemente pobres por ingresos pero que no presentan carencias sociales) y un poco menos de 37 millones de vulnerables por carencia (es decir que presenta algún menoscabo a los derechos sociales establecidas por la LGDS 4,5 en particular de las carencias que de ellos se derivan); expuesto en otros términos el 78 por ciento de los mexicanos son pobres o vulnerables (que serán el sector poblacional que mayores consecuencias acarrearan por la vigente epidemia 6) y dentro del 22 por ciento restante (que son los no pobres no vulnerables) se encuentra uno de los veinte hombres más rico del mundo.
Otro aspecto que se pone a la palestra es la nula capacidad de ahorro que tienen, en su mayoría, nuestros compatriotas, como bien establece la teoría económica si el ahorro fuera un bien sería el mayor bien suntuario de todos, es por ello que para la mayor parte de la población es imposible acceder a él. La privación de ahorro no se debe a la falta de disciplina si no a los recursos escasos con los que se cuentan: cuando se vive al día es imposible pensar en ahorrar. Así vemos que ante este virus no todos somos iguales, los más necesitados se hacen aún más vulnerables. De acuerdo con la ENIF,7 realizada en el 2018 por la CNBV,8 sólo 15 por ciento de los mexicanos ahorra de manera formal.
Aunado a esto, la crisis sanitaria pone el dedo en la llaga entre los derechos sociales que conforman la medición de pobreza en México, casi 72 millones de mexicanos presentan carencia por acceso a la seguridad social, es decir que más del 57 por ciento de los mexicanos no cuentan con acceso a la asistencia médica y, al mismo tiempo, no tienen garantizado la seguridad de sus ingresos, en particular en caso de vejez, enfermedad, invalidez, accidentes del trabajo, maternidad o fallecimiento de la cabeza de familia. De acuerdo la OIT,9 a nivel mundial, 2000 millones de trabajadores llevan a cabo sus actividad productivas en el sector informal, es decir un poco más del 61 por ciento del empleo lo proporciona dicha esfera productiva.
Siguiendo el razonamiento de Ernst Engel,10 una familia es pobre si gasta más del 50 por ciento del total de sus ingresos en alimentos, para estos individuos la prioridad es la supervivencia. El alto grado de pobreza genera como consecuencia el autoempleo de la mayor parte de los mexicanos, es decir que se suman a las filas del comercio informal, teniendo como consecuencia la desprotección de algunos puestos de trabajo y dificultando la contención del virus por la necesidad económica de este enorme sector de la población. Si bien hay trabajadores que pueden realizar sus actividades productivas a distancia reduciendo el riesgo de contagio o beneficiándose de otras medidas de prevención, hay un importante grupo que no tienen esa ventaja estableciendo la clara situación de desigualdad y, estos últimos, no sólo pone en peligro su salud, sino que reduce la eficiencia de las medidas de prevención destinadas a la población en general.
Como consecuencia de esto, se hace evidente la necesidad de establecer una renta básica garantizada (como la ya existente en múltiples naciones de Europa septentrional) en nuestro país, esto evitaría que la cuarentena tuviera mayores consecuencias en la economía de millones de hogares, así sin ningún problema los mexicanos más necesitados podrían enclaustrarse en sus hogares durante el periodo establecido por la autoridad sanitaria y retomar su vida después de este periodo como si nada hubiera pasado. Lo lamentable es que en la realidad muchos de estos millones de familias de bajo ingreso vivirán las consecuencias del virus en forma de una crisis económica.11 La adopción de medidas a corto plazo ante la crisis no debe perder de vista la protección de los hogares más vulnerables, estas medidas enfocadas a sostener los ingresos deberán ser suficientemente amplias para cubrir a los trabajadores más necesitados y a las pequeñas y medianas empresas que los emplean (dentro y fuera del sector formal).
Por otro lado se pone de manifiesto que el adelgazamiento del Estado (ejecutado durante el periodo neoliberal) nos ha dejado instituciones endebles, raquíticas, en este caso en específico el sector salud. Aunque la actual administración está realizando esfuerzos para revertir este proceso y, en el corto plazo, amainar estos efectos nefastos; la inercia de más de tres décadas dificulta enormemente que se pueda realizar un cambio notorio en tan poco tiempo.
La vigente crisis sanitaria por el SARS-CoV-2 exacerba las desigualdades ya existentes a nivel global: desde enfermar del virus, hasta mantenerse vivo o padecer las dramáticas consecuencias económicas. Un caso extremo de los efectos nocivos generados por la desigualdad lo podemos ver ilustrado en las escenas dantescas que se han presentado en Ecuador durante esta coyuntura.
Todo esto hace evidente que el esfuerzo individual es insuficiente ante una situación de emergencia como la derivada del COVID-19, la meritocracia deja de tener sentido ante un virus que no entiende la teoría económico ortodoxa, delineada y ejecutada desde principios de la década de los 80’s hasta diciembre de 2018 en el caso de nuestro país (y aún vigente en múltiples naciones alrededor del mundo). La acción colectiva renace como la herramienta principal que tenemos los mexicanos (y los seres humanos en general) para enfrentar y salir abantes ante la pandemia vigente (y las venideras), conceptos como solidaridad, empatía se convierten en instrumentos que solidifican y vivifican el espíritu humano. Sin dejar de lado que se requiere fortalecer y vigorizar las instituciones que conforman los Estados-Nación, no para favorecer a unos cuantos sino para beneficiar a la, inmensa, mayoría que conforman los más desfavorecidos.
Texto elaborado por Eric Urias Romero, Ingeniero en Telecomunicaciones, egresado de la Facultad de Ingeniería de la UNAM. Autor de múltiples artículos en distintas áreas de la economía, entre los que destacan los referentes a la Pobreza, Energías Alternas y la caracterización de las Metrópolis como ecosistemas urbanos.
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1 De acuerdo a la OXFAM (2018) México estaba dentro del 25 por ciento de los países con mayores niveles de desigualdad en el mundo al final del periodo neoliberal.
2 Oxfam es una confederación internacional formada por 19 organizaciones no gubernamentales, que realizan labores humanitarias en 90 países.
3 CONEVAL: Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social.
4 LGDS: La Ley General de Desarrollo Social.
5 De acuerdo con el artículo 6º de La Ley General de Desarrollo Social: son derechos para el desarrollo social la educación, la salud, la alimentación, la vivienda, el disfrute de un medio ambiente sano, el trabajo y la seguridad social y los relativos a la no discriminación en los términos de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos.
6 No debemos dejar de lado a los migrantes, otro grupo de alta vulnerabilidad que sufrirá por el coronavirus.
7 ENIF: Encuesta Nacional de Inclusión Financiera.
8 CNBV: Comisión Nacional Bancaria y de Valores.
9 OIT: Organización Internacional del Trabajo.
10 Ernst Engel (1821-1896) fue un economista experto en estadística. Es conocido por la ley y la curva que llevan su nombre, ley de Engel y curva de Engel.
11 Es necesario puntualizar que la actual administración ya ha comenzado a delinear programas de apoyo para este sector de la población.