¿Cómo lograr la resiliencia urbana en la Ciudad de México?

«No hay ninguna lógica que pueda ser impuesta a la ciudad; la gente la hace, y es a ella, no a los edificios, a la que hay que adaptar nuestros planes”. Jane Jacobs

A nivel global, todas las ciudades son vulnerables a impactos severos provocados por conmociones y presiones de origen natural o humano. A día de hoy, las ciudades y sus habitantes se enfrentan a más desafíos debido a los efectos de la urbanización masiva, el cambio climático y la inestabilidad política. Actualmente, el 50% de la población vive en ciudades, y está previsto que esta cifra aumentará al 70% en 2050. Por ello, existe la necesidad apremiante de construir nuevas herramientas y planteamientos que den poder a los gobiernos locales y a los ciudadanos, así como que incrementen su capacidad para afrontar nuevos desafíos protegiendo mejor a los humanos, y a los activos económicos y naturales de nuestros pueblos y ciudades.

El concepto resiliencia describe la habilidad de cualquier sistema urbano de mantener continuidad después de impactos o de catástrofes mientras contribuye positivamente a la adaptación y la transformación hacía la resiliencia. Por tanto, una ciudad resiliente es aquella que evalúa, planea y actúa para preparar y responder a todo tipo de obstáculos, ya sean repentinos o lentos de origen, esperados o inesperados. De esta forma, las ciudades están mejor preparadas para proteger y mejorar la vida de sus habitantes, para asegurar avances en el desarrollo, para fomentar un entorno en el cual se pueda invertir, y promover el cambio positivo

Ciudad de México

En un escenario sísmico como el que enfrento la Ciudad de México el 19 de septiembre de 2017, se mostró la vulnerabilidad  y la falta de preparación para enfrentar un riesgo sísmico de tal magnitud, aunado a riesgos por el cambio climático, es importante desarrollar la resiliencia urbana de las personas, en los barrios y colonias para garantizar que todos las personas cuenten con la capacidad de gestionarse de manera rápida y eficiente entes, durante y después de una emergencia, con el objeto de lograr la rápida recuperación de la ciudad y sus habitantes en el menor plazo posible.

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La resiliencia urbana implica que la Ciudad de México tenga la capacidad para prepararse, resistir  y recuperarse frente a una crisis de la forma más rápida. No hay que olvidar que todas las ciudades del mundo están trabajando en ese sentido.

La resiliencia alude a dos  asuntos importantes:

  1. La adaptación a la vulnerabilidad inmediata (protección de la población, acceso a los servicios de salud, alimentos, etc.)
  2. La recuperación de diferentes actividades, la cual depende de las características técnicas, organizacionales y sociales de la ciudad; por consiguiente, se necesita establecer la distribución espacial de los riesgos en la Ciudad de México.

En tal sentido, la resiliencia apuntala a la capacidad de los asentamientos humanos para resistir y recuperar rápidamente de cualquier peligro; asimismo constituye una oportunidad para el desarrollo urbano, contemplando lineamientos generales transversales con una coordinación entre el Gobierno Central y las diferentes autoridades locales competentes, sociedad civil y sector privado, entre otros; con el objeto de establecer los mecanismos para la atención de una eventual contingencia en la Ciudad de México.

 

Riesgos y vulnerabilidad urbana

La vulnerabilidad urbana es la condición de susceptibilidad antes los riesgos y depende de la capacidad de resiliencia de gobierno y la población. La mayor parte de la Ciudad de México es vulnerable a las inundaciones, sobre todo las Alcaldías: Tlahuác, Iztapalapa, Xochimilco, Cuauhtémoc, Venustiano Carranza, Miguel Hidalgo, Iztacalco y Benito Juárez.

Así mismo, unos de los principales riesgos en que la CDMX se encuentra en una zona sísmica, siendo la zona central la más susceptible a esta problemática.

Otro tipo de riesgos geológicos son los hundimientos, presentándose principalmente en las Alcaldías Gustavo A. Madero, Venustiano Carranza, Iztacalco, Cuauhtémoc e Iztapalapa.

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Además existen asentamientos humanos sobre zonas minadas, lo que representa un riesgo para la población. Se reconocen minas a cielo abierto en las demarcaciones de Azcapotzalco, Xochimilco, Gustavo A. Madero e Iztapalapa; así como subterráneas en Cuajimalpa de Morelos, Álvaro Obregón y Miguel Hidalgo.

Por último, hay que entender que la resiliencia está al centro del nexo entre la acción de desarrollo y la humanitaria ya que, en su esencia, tiene que buscar la mejora de la vida de las personas. Por tanto, promover la resiliencia debe significar reducir riesgos aumentando las capacidades y disminuyendo la fragilidad para implementar soluciones efectivas.

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