Las ciudades de México: Retos para el desarrollo sostenible

Autores: Luis Zambrano González y Salvador Medina Ramírez

Diagnóstico

La mayor parte de la población en México es urbana, la proporción aumentará poco en los siguientes años; sin embargo, se ha multiplicado el número de ciudades en el territorio, lo que genera necesidad de políticas públicas urbanas modernas y dinámicas para atender diferentes tipos de situaciones y contextos locales.

La base de la pirámide poblacional en las ciudades se está modificando, en algunos casos envejeciendo, así que también se requerirá modificar los servicios, el equipamiento y el diseño urbano, entre otras cosas.

La densidad de las poblaciones aumenta el riesgo de contagio de enfermedades, por contacto o por la concentración de los deshechos, si no existen las políticas adecuadas para evitar estos problemas.

El cambio climático representa un reto para las ciudades, en particular en lo que se refiere a la política hídrica (aprovisionamiento e inundaciones) y el clima. Las ciudades se asientan en cuencas que tienen dinámicas propias y de las cuales se obtienen los beneficios (servicios ecosistémicos) que la mantienen, como el agua y el clima. Hay un manejo fragmentado de las cuencas donde se asientan las ciudades, debido a que las políticas corresponden a las divisiones administrativas y políticas, mientras que la dinámica de la cuenca responde a procesos ecosistémicos.

Hay un patrón no sustentable de la ocupación del territorio en las ciudades. La urbanización expandida y difusa aumenta la huella ecológica de sus habitantes y genera problemas de movilidad (mayor uso del auto), de provisión de bienes y de manejo de desechos. Debido a que diferentes ciudades, en especial en Zonas Metropolitanas (ZM), se establecen en la misma cuenca, existe una fragmentación administrativa (entre los municipios de las ZM) en la toma de decisiones que pueden ser contradictorias para la dinámica de la misma.

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Con la urbanización se ha incrementado la utilización de recursos materiales, pero la economía en general ha mantenido su índice de utilización de materiales. Por sus características, todas las ciudades requieren de importación de materia y energía (alimento, agua, electricidad) y exportación de desechos (desechos sólidos, aguas negras, etc.). Los residuos sólidos urbanos han crecido a una tasa anual promedio de 3.3% (superior a la de la economía), duplicándose entre 1992 y 2012, mientras que la generación per cápita ha crecido de 0.7 a 1.0 toneladas anuales. El 90% de los residuos sólidos urbanos se recolecta, y la disposición en rellenos sanitarios representa el 70% del total recolectado, lo que implica un grado muy reducido de oportunidades de reciclaje.

Sólo alrededor del 40% de la producción puntual de aguas residuales recibe tratamiento; la capacidad instalada sólo representa el 50% del flujo de producción municipal. Existe una distribución desigual de los recursos (por ejemplo, agua) y servicios (como la movilidad) dentro de las ciudades.

Todas las áreas verdes urbanas (áreas naturales protegidas, parques e, incluso, camellones) aportan beneficios a la sociedad, tanto ecológicos como a la salud física y mental. Las áreas verdes urbanas están distribuidas de manera heterogénea, son pequeñas y están fragmentadas. Los habitantes de zonas más pobres tienen menos acceso a ellas que los residentes con mayor capacidad económica.

Buena parte de la urbanización está guiada por los mercados informales, pues es la única solución para que muchas personas puedan acceder a una vivienda. Sin embargo, su ocupación suele suceder en el campo, en áreas naturales protegidas y zonas riesgosas, lo que acrecienta el fenómeno de la expansión urbana. Los mercados informales también permiten proveer variedad de servicios, incluyendo el transporte público, pero de manera deficiente y con serias externalidades negativas. Existe una correlación entre el incremento en la densidad media urbana y el valor agregado de la infraestructura en el territorio, es decir, con el crecimiento económico. La tecnología de la comunicación (teléfonos inteligentes, internet) y las ecotecnologías están modificando gran parte de la dinámica urbana en movilidad, hospedaje, energía, agua.

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No hay suficiente investigación, datos e información base sobre ciudades. Las ZM tienen grandes problemas de gobernanza de sus territorios, dada la falta de mecanismos de coordinación que impidan superar los problemas de fragmentación institucional. Las leyes de participación ciudadana locales son más una barrera que un mecanismo efectivo para incluir a la ciudadanía en la toma de decisiones.

Propuestas

Debido a la cantidad de población que re- presentan en México, en un territorio pequeño y a las dinámicas socioambientales y económicas, el manejo apropiado en las políticas urbanas es fundamental para la sostenibilidad del país. El crecimiento de la población urbana, su diversificación en el territorio y el consiguiente crecimiento económico que pueden generar, requiere desacoplarse de las externalidades negativas que genera, así como adaptarse a las nuevas necesidades de la población.

La política de agua urbana debe fundamentarse en el balance hídrico de la cuenca, donde se debe conocer la calidad y la cantidad de agua que entra y se utiliza. La política de agua tiene que incluir el análisis de la capacidad de los acuíferos y la restauración y manejo de los cuerpos de agua superficiales para evitar inundaciones y aumentar las posibilidades de provisión. Las ciudades deberán crear un sistema de monitoreo público sobre calidad del aire y del agua potable. El manejo del agua de la ciudad, la contaminación y la conservación deben estar basados en una visión de cuenca. Cada ciudad debe generar un programa de información pública sobre la calidad de agua y de aire para que los citadinos tengan posibilidad de tomar decisiones.

Es necesario fortalecer los instrumentos de protección de las zonas verdes de diferente tamaño, desde las áreas naturales protegidas hasta los camellones. Fomentar una distribución homogénea de las áreas verdes urbanas, ya que funcionan como puentes de dispersión de plantas y animales nativos de las ciudades.

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La movilidad tiene que afrontarse con esquemas de eficiencia para mover personas, de reducción de externalidades y no pensada sólo para los automóviles. El transporte público de calidad es fundamental para reducir contaminación y la inequidad en la movilidad. Cada ciudad debe contar con un Instituto Municipal de Planeación o Instituto Metropolitano de Planeación que sea autónomo de las autoridades y que se encargue de los programas de manejo territorial. Las ciudades que estén asentadas en las mismas cuencas deberán contar con un programa intergubernamental que permita tomar decisiones políticas integrales. Fortalecer los mecanismos de coordinación metropolitana, incluyendo incentivos, como recursos provenientes de la Federación (por ejemplo, fondo metropolitano), y modificar las leyes de participación ciudadana locales para incluir una perspectiva urbana.

Las ciudades deben contar con un programa de planeación para la adaptación y mitigación frente al cambio climático que reduzca su vulnerabilidad. Las políticas de sustentabilidad requieren considerar la desigualdad creciente en las ciudades y la existencia de mercados informales. Las ciudades deberán contar con un programa de agricultura urbana y se deberán analizar las implicaciones de las nuevas tecnologías desde la perspectiva de sostenibilidad y de desigualdad que puedan generar o bien reducir.

Fuente:

“Agenda Ambiental 2018. Diagnóstico y Propuestas”.

Coordinadores: Leticia Merino Pérez y Alejandro Velázquez Montes.

Coordinación técnica: Simone Buratti

Seminario Universitario de Sociedad, Medio Ambiente e Instituciones (SUSMAI).

Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).

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