La agenda de ONU-Hábitat en México

Un reto más en la implementación de la Nueva Agenda Urbana es promover la participación social en las tareas de planificación de la ciudad.

Por Pablo Vaggione Pelegrín > @ONUHabitatMex

El estudio de Ciudades Prósperas, CPI, que fue llevado a cabo por ONU-Hábitat con el apoyo del Infonavit en 152 municipios urbanos de la República Mexicana, incluyendo las delegaciones políticas de la Ciudad de México, permitió detectar una escasez de sistemas de datos e información apropiados para desarrollar diagnósticos precisos, lo que limita la capacidad de las metrópolis de elaborar planes de desarrollo urbano desde la evidencia. El estudio CPI también confirma que existe una notable desvinculación entre los planes urbanos y su operacionalización, lo que quiere decir que en gran parte de las ciudades mexicanas existen brechas entre lo que se planifica y la puesta en marcha de proyectos para hacerlos realidad.

Aunque diversas son las razones que explican esta problemática, entre las principales causas que identificamos está la coordinación sectorial desarticulada, la existencia de algunas políticas públicas incompatibles o desactualizadas, la falta de continuidad de programas que afecta el largo plazo y la necesidad de reforzar la capacidad de estructurar y priorizar planes, programas y proyectos de forma que sea posible acercarlos a las fuentes de financiamiento.

Para las ciudades, cumplir con los Objetivos del Desarrollo Sostenible (ODS) y alinear los planes de desarrollo municipales a los principios de la Nueva Agenda Urbana (NAU) será un desafío en un contexto de escasez de recursos financieros. Maximizar la capacidad de llevar planes a la realidad requerirá claridad de prioridades y, de esta manera, poner el foco de las políticas públicas en la cadena de valor de la producción de ciudad puede ser de gran ayuda. No tiene mucho sentido llevar a cabo el esfuerzo de planear si al final del día los planes se van a quedar en algún cajón. Adoptar un enfoque de cadena de valor, y hacerlo explícitamente, contribuiría a hacer más sistemática la vinculación entre datos y diagnóstico como insumo de los planes, para hacer más directo su acceso a opciones de financiación. También ayudaría a la sincronización de actividades sectoriales y a incrementar las oportunidades de aprovechar sinergias, multiplicando el impacto de los recursos disponibles.

También te puede interesar:  Gestión sostenible de las Smart Cities

Una radiografía de la ciudad y un chequeo de los diversos planes que guían su desarrollo son herramientas que permitirán que el diseño de planes de desarrollo urbano se encuentre fundamentado en datos, métricas e indicadores. Parte del trabajo de ONU-Habitat en México es ser un núcleo integrador entre la información, el diagnóstico, los planes de desarrollo urbano y la operacionalización de los proyectos, así como invitar al diálogo a los diversos actores, teniendo claro que el propósito final de las políticas públicas es mejorar la calidad de vida de los ciudadanos.

RETOS DE LA NUEVA AGENDA URBANA

El pasado mes de octubre de 2016, en Quito, Ecuador, en ocasión de la Conferencia de Desarrollo Urbano Sostenible Hábitat III, se adoptó la Nueva Agenda Urbana, la cual, aunque no es un documento jurídicamente obligatorio, fue firmada por 193 países, lo que, sin duda alguna, le otorga la relevancia y legitimidad como hoja de ruta para el desarrollo urbano sostenible global futuro. Una de las principales ideas que refleja la NAU es entender las ciudades como una oportunidad y no como un problema; una coyuntura para mejorar la calidad de vida de la mayoría de las personas, y en el caso de México, de ocho de cada diez mexicanas y mexicanos que viven en ciudades. El país ha actuado proactivamente en la elaboración y adopción de la NAU. Este liderazgo se debe redoblar a la hora de implementar. Los resultados del CPI han señalado a nivel internacional la relación entre forma urbana y la prosperidad, asociada la fragmentación sectorial a la eficiencia de uso de recursos, y vinculado la existencia de bienes públicos (transporte, espacio público, infraestructura básica) a la prosperidad.

En México, los retos incluyen la contención de la expansión urbana de baja densidad, mejorar el transporte público para que efectivamente sea una solución mejor, más barata y más rápida que el vehículo privado, remover las barreras que puedan existir para aprovechar los beneficios de las economías de aglomeración y desarrollar un enfoque urbano de la vivienda, lo que significa pasar de entender la vivienda como una tarea de producción aislada de casas, hacia un elemento que integra a la ciudad y genera espacios de bienestar común. El fortalecimiento de las capacidades de los gobiernos estatales y locales es otro punto de atención. Los municipios del país son altamente dependientes de las transferencias de recursos federales, lo que condiciona su planificación a mediano y largo plazos. Por otra parte, vemos una capacidad de recaudación de impuestos territoriales y prediales subóptima, de las más bajas de América Latina.

También te puede interesar:  Losas fotosintéticas, aliadas urbanas para limpiar el aire

Si queremos mejorar el transporte público es esencial contar datos de origen y destino, costos de traslado, reparto modal, longitud, tiempo y tipos de redes. Sin información no hay medición, y sin mediciones es muy difícil gestionar el desarrollo. Algunos alcaldes nos han dicho que generar información cuesta mucho dinero, pero si lo pensamos bien, cuesta mucho más tomar decisiones inapropiadas por falta de datos y evidencia. Por el contrario, decidir con base en indicadores puede ayudar a incrementar la productividad de las zonas urbanas del país, y esto es de vital importancia si dimensionamos que la suma del PIB de las 59 áreas metropolitanas de México es mayor a la suma del PIB de Chile, Perú y Colombia.

Un reto más en la instrumentación de la Nueva Agenda Urbana es promover la participación social en las tareas de planificación de la ciudad. En el sentido de que son los ciudadanos quienes gozan –o sufren– la ciudad, son ellos quienes conocen bien las necesidades específicas de su colonia, de su cuadra y de su calle. Involucrar a las y los habitantes es una acción positiva que promueve ciudades más equitativas, inclusivas, justas y seguras. Aunque es más amplio, el concepto de operacionalización está intrínsecamente ligado a la movilización de recursos de financiamiento. Sin los adecuados medios financieros los gobiernos tendrán dificultades para guiar el crecimiento urbano. ¿Cómo puede la planificación urbana generar recursos financieros? La diversificación de recursos locales, por medio de tasas y contribuciones que tengan una aplicación tangible; invertir estratégicamente y capturar el valor urbano, así como el acceso a fuentes de capital, implica determinar los usos de suelo a futuro, de manera que el mercado de suelo sea predecible y, por lo tanto, los posibles riesgos estén más controlados. Una ciudad con un plan de desarrollo urbano sólido es más susceptible de recibir mayores inversiones que una ciudad con una pobre o ausente planificación.

También te puede interesar:  Crean proyecto que apoya el crecimiento de área verdes en Medellín

LA OFICINA DE ONU-HÁBITAT EN QUERÉTARO

Un ejemplo del trabajo de ONU-Hábitat, en cercanía con los municipios, está en la ciudad de Querétaro, donde se ha firmado un acuerdo de colaboración con el IMPLAN para, en el marco amplio de los ODS y la NAU, dar apoyo durante la implementación del Programa Estratégico Territorial “Q500”, el cual es un plan de desarrollo integral sostenible que tiene como horizonte de crecimiento el año 2031, fecha en la que se cumplirán los 500 años de la fundación de la ciudad. En ocasión de este apoyo de cercanía, ONU-Hábitat continuará aportando capacidad técnica y de diálogo público en oficinas de proyecto en otras entidades de la República.

CONCLUSIONES

Los retos de las ciudades de México no se cimientan en la ausencia de planes de desarrollo urbano. Los estudios que ha realizado ONU-Hábitat sugieren que es más bien una cuestión de enriquecer la tarea de planificación con evidencia, para plantear las mejores opciones de crecimiento de la ciudad, teniendo en cuenta condiciones de bienestar para sus habitantes; e igualmente es imprescindible reforzar el vínculo esencial entre un plan y su realización. ONU-Hábitat continuará trabajando en la coordinación entre actores, programas e instrumentos para que las ciudades de México puedan alinear sus proyectos a la nueva Ley General de Asentamientos Humanos, Ordenamiento Territorial y Desarrollo Urbano, a la Nueva Agenda Urbana y a los Objetivos de Desarrollo Sostenible de Naciones Unidas, en particular el objetivo número 11, que consiste en lograr ciudades y asentamientos humanos más prósperos, inclusivos, seguros y sostenibles.

One Comment

  1. Grethel Castellanos

    Excelente constatar que contamos con un ejemplo de un país que se empeñó u lo logró..!!!!! Gracias!!!!

Leave a Comment

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

*