Autora: Cristina Mateo
Directora Ejecutiva y profesora de Digital Transformation and New Business Models.
IE School of Architecture and Design en Madrid, España.
Nuevos actores globales como Google, Apple, Facebook y Amazon (los denominados GAFA), o Airbnb y Uber, están redefiniendo aspectos clave como el trabajo, la movilidad, nuestros hábitos de consumo, y en resumen nuestra vida. Nuestras ciudades son los campos de prueba de un sinfín de innovaciones. Desde hace tiempo se prevé que el 70% de la población mundial vivirá en ciudades en el año 2050, y que el 95% de todo el crecimiento de la población urbana se concentre en los países en vías de desarrollo.
Según The Four: The Hidden DNA of Amazon, Apple, Facebook, and Google de Scott Galloway, Apple, Google, Amazon y Facebook tienen una fuerza laboral combinada de más de 400 mil personas y una capitalización de mercado combinada de 2.3 billones de dólares, que equivale aproximadamente al PIB de Francia. Con esa premisa, parece fácil demonizarlos por su excesivo poder, sin embargo, a la vez, contribuyen a nuestra experiencia diaria urbana.
Sin duda esto no es nuevo, y ya desde Walt Disney con Epcot, ha habido varios ejemplos de experimentos de acupuntura urbana dirigidos por “jefes” de grandes corporaciones. Belmont una ciudad futurista en el suroeste de Arizona, ha sido concebida con una “visión de vanguardia” por Bill Gates. A su vez, Oakland, en California, es fruto de la iniciativa de Sam Altman un emprendedor de Silicon Valley, que busca analizar los efectos sociales que conlleva garantizar una renta básica. Por todo ello, es normal que de forma creciente nos preguntemos, quién está al frente de las decisiones que definen el día a día de nuestras ciudades, y que queramos implicarnos en las mismas. Aquí se avanzan algunas iniciativas:
Apple, o la redefinición de la experiencia “de ir de compras”
Apple está construyendo paradigmáticas tiendas en las que han redefinido la experiencia de “ir de compras”. De la transacción a la excitación de adentrarse en un espacio-evento en el que siempre pasa algo auspiciado por free wifi. Lo que allí pasa es algo similar a la recreación de una plaza pública con control de acceso. Un lugar en el que se espera un repertorio de interacciones entre las que, por supuesto, no se descarta la compra.
Así, la nueva tienda en Carnegie Library, Washington DC, que se abrirá en breve bajo la atenta mirada de Foster + Partners, ocupará el espacio antes reservado a los usuarios de dicha biblioteca, que ahora podrán olfatear el aroma del último iPhone mientras miran qué pasa en el escenario.
Google, el primer barrio construido con datos
Sidewalk Toronto es la entidad que aglutina a Waterfront Toronto (agencia gubernamental) y Sidewalk Labs, perteneciente a Alphabet, es decir, Google, y que tiene como objeto la creación de una comunidad residencial y comercial mixta en la costa este de Toronto, en Canadá. ¿Por qué irse a Toronto? La respuesta como diría el economista y urbanista Richard Florida al hablar de los territorios más aptos para la innovación, es sencilla, en ella se dan las tres t’s: tecnología, tolerancia y talento, a partes iguales.
Desde hace tiempo Toronto acumula una clase creativa culturalmente diversa, en un cluster altamente tecnológico, dato que no ha pasado desapercibido para ubicar allí la primera ciudad “de internet hacia arriba”. El miedo por la apropiación de datos de todos los residentes va y viene. A finales del pasado año, anunciaron la entrega a una organización independiente, llamada Civic Data Trust, de los datos, y desde entonces el mundo sigue la iniciativa con una mezcla de recelo y fascinación.
Uber, la movilidad y el futuro del trabajo
Cuando a finales del año pasado, Uber anunció que se iba a poner a repartir comida de Uber Eats mediante drones, todos miramos al cielo. Los vehículos sin conductor son hoy por hoy una realidad, y Uber uno de sus grandes adalides. En el cuartel general de Pittsburgh, situado en Robotics Row junto a las sedes de otras compañías de robótica, el edificio de Uber pasa desapercibido desde el exterior. De sus proximidades entran y salen constantemente unos 200 coches Volvo de alta tecnología, equipados con cámaras LIDAR giratorias de 360 grados, recogiendo datos y acumulando unidades de prueba con pasajeros reales de Uber. En paralelo, a principios de este año, paros y manifestaciones de miles de taxistas hicieron que la municipalidad de Barcelona dejara a unos 50 mil conductores de Uber y Cabify sin trabajo al expulsar a estas compañías de la ciudad.
Claramente, en todo esto hay cambios importantes sin aparente conexión entre sí. La proximidad de un inmueble a un nodo de transporte público es un valor en alza, porque muchos millennials ya no quieren tener coche, pero también lo son la reducción de las fuentes de ingresos de los Ayuntamientos. Los gobiernos locales están empezando a ver que sus hasta ahora garantizados ingresos por impuestos de circulación, multas de tráfico y estacionamiento, se ven reducidos dramáticamente, y también ven que la transformación del futuro del trabajo les empieza a pasar factura electoral. Un trabajador con licencia de taxi concedida por la municipalidad para circular, tal vez hace el mismo servicio que otro que en ocasiones ni siquiera es dueño de su vehículo con el que presta un servicio paralelo.
Claramente, la movilidad es ahora un servicio básico como la electricidad, por lo que hay que explorar nuevas oportunidades, en las que la ciudadanía y los nuevos colectivos deben organizarse e implicarse.
Las “Olimpiadas” de Amazon
El gigante del comercio electrónico ha usado su sede de Seattle como laboratorio en el que testar desde nuevos modelos de comercio minorista a opciones de logística, como Amazon Go. Y mientras ha estado haciendo eso, ha configurado un proceso de selección al más puro estilo olímpico, a la vista de todos.
La candidatura para ser la segunda sede de Amazon, el HQ2, como se ha venido a llamar, se decidió recientemente. Tras casi un año de incertidumbre, durante el que el alcalde de Frisco (Texas) prometió construir el 40% de una ciudad sin terminar una vez que Amazon se asentara allí, o el de Stonecrest (Georgia), que estaba dispuesto a que la ciudad se llamara Amazon, o el de Nueva Jersey, que ofrecía bajada de impuestos, la sede fue salomónicamente a parar a Crystal City (Norte de Virginia) y a Long Island (Nueva York). Una dualidad que se justificó en relación con las tres T´s antes mencionadas, y que solo esta misma semana, ha sufrido un duro revés, al anunciar la empresa, la decisión de no continuar adelante con la ubicación de Nueva York, ante las presiones ciudadanas y de representantes políticos locales.
Definitivamente, soplan vientos de cambio, y hay una tensión creciente entre los grandes gigantes tecnológicos y la ciudadanía. Si bien es cierto que ahora Apple nos dice cómo interactuar en la ciudad, Google controla nuestros datos, Uber redefine el transporte como servicio, y Amazon qué ciudad es apta o no para albergar su sede, los ciudadanos comienzan a tener voz que de forma creciente presiona a las autoridades locales y las lleva a tomar decisiones, muchas veces de carácter electoralista. La parte positiva, es que los ciudadanos tienen una implicación creciente, a través de la que paulatinamente tal vez, lleguen a concienciarse de que ellos son los verdaderos alcaldes de nuestras ciudades.