Recordando al arquitecto Pedro Ramírez Vázquez, quien nos entregó una identidad que hoy día es reconocida mundialmente.
Por Pablo Hernández Lodigiani > @Pablohelo
El día que cumplió 94 años se despidió la presencia de Pedro Ramírez Vázquez, pero solamente eso, ya que permanecen sus obras como un legado que le han dado identidad a la Ciudad de México.
Este 16 de abril se cumplen tres años de la partida del gran arquitecto que cumplió cabalmente con la labor de su oficio en tiempos de incertidumbre. Su trabajo se ve reflejado en iconos de la Ciudad como el Museo de Antropología y el Estadio Azteca, reconocido internacionalmente por eventos deportivos, de altruismo y conciertos.
Ramírez Vázquez fue un joven con valentía, tomó las riendas de proyectos regionales que le valieron reconocimiento entre sus maestros y académicos.
En los inicios de su abundante carrera, sería nombrado gerente nacional del Comité Administrador del Programa Federal de Construcción de Escuelas; donde iniciaría un nuevo modo de construcción para aulas educativas por medio de sistemas ahorrativos en tiempo y volumen, mismo modelo que adoptó la UNESCO (Organización de las Naciones Unidas para la Educación, Ciencia y Cultura) para América Latina, Filipinas, Yugoslavia y algunas ciudades en Italia.
Durante 1966, fue nombrado presidente del Comité Organizador de los Juegos Olímpicos de 1968. A pesar de ser un tiempo político y socialmente difícil por el que atravesaba el país, Ramírez Vázquez vio nacer explanadas que hoy día son piezas entrañables de la Ciudad como la Alberca Olímpica “Francisco Márquez”, el Palacio de los Deportes, el gimnasio olímpico Juan de la Barrera y las Villas Olímpicas “Narciso Mendoza” y “Miguel Hidalgo”, que continúan siendo ciudadelas con significado e historia.
El Arquitecto Ramírez Vázquez fue el primer rector de la Universidad Autónoma Metropolitana en el periodo de 1974 y 1975, fue también un hombre importante en el nacimiento de Ciudad Universitaria, que hoy figura como uno de los monumentos arquitectónicos más bellos de la capital.
La década de los 80s y 90s fueron de mucho trabajo para el arquitecto de México, ya que pasó a impresionar a los dueños del Club América, Atlante y Necaxa con su maqueta del “Coloso de Santa Ursula”, ganándoles el concurso a Félix Candela y Enrique de la Mora para realizar esta majestuosa pieza. Remodeló La Basílica de Guadalupe, donde confió de las donaciones de los fieles para llevar a cabo este monumento que visitaría el Papa Juan Pablo II en 1979. El arquitecto mexicano también llegó a construir en la Ciudad del Vaticano por órdenes del mismo pontífice en la década de los 80s, donde realizó el trabajó de la Capilla Guadalupana.
El Museo del Templo Mayor, la Embajada de Japón en México, el Pabellón de México en Sevilla, el Auditorio Siglo XXI en Puebla y la Torre Axa en la Colonia del Valle de la CDMX son otra parte de su legado que sigue vivo, habitado y ofreciéndole cultura y orgullo a los ciudadanos.
El 16 de abril del 2013 murió Pedro Ramírez Vázquez, aunque sigue vivo a través de la ciudad, por ejemplo, en cada grito de gol en el Estadio Azteca, en el asombro que provoca el Museo de Antropología a todo visitante nacional como extranjero, y en todas sus obras que sirven como un legado para sentirse orgullosamente mexicano.
«La arquitectura debe ser eficacia y verdad.»
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