Homenaje en el Palacio de Bellas Artes a Teodoro González de León, uno de los pilares arquitectónicos del país.
Por Óscar Rojas > @oskar_rojasv
El miércoles 11 de mayo se llevó a cabo la primera mesa de reflexión Teodoro González y sus pares al darle la bienvenida la directora de Bellas Artes, María Cristina García Cepeda, quien definió al arquitecto como el artista del concreto y la luz. Con este homenaje se da la apertura de su celebración por 90 años de vida y su gran legado arquitectónico que representa un orgullo para México.
A la mesa asistieron amigos íntimos del artista como la periodista Silvia Cherem, el historiador Enrique Krauze y los arquitectos Enrique Norten y Francisco Serrano; la mesa contó con la moderación de Dolores Martínez, directora de Arquitectura del INBA.
Para beneplácito del público, apareció el arquitecto Teodoro González cobijado por sus cómplices de mil batallas para convertir la tarde lluviosa en una tertulia para analizar su legado arquitectónico en voz de sus allegados.
Silvia Cherem, lo describió como un peregrino de mente curiosa, un bon vivant, un joven renacentista que, además de trabajar sin tregua, le gusta disfrutar la vida, dando seguimiento puntual a cada una de las obras que concibe. «Él se nutre de todo aquello que ama», continuó Cherem, «viajar incansablemente, ir a museos, disfrutar de buena música, del cine de calidad, nadar a diario, devorar libros; goza la vida a lado de su esposa Eugenia y de sus amigos; además de eso, crea obras plásticas y esculturas, y bien sabe recluirse en su momento para escuchar los ritmos del silencio».
Durante la charla se evocaron unas palabras que se darían por el premio nobel de literatura, Octavio Paz, un gran amigo del arquitecto González de León, quien definió el trabajo del mismo como una –de formas simples y bien plantadas sobre la tierra; no un arte clasicista sino un arte moderno inspirado en la lección de los clásicos: orden, medida, proporción. Voluntad de forma que nunca llega al desbordamiento y que con frecuencia alcanza la plenitud. Creador de edificios que ejercen sobre nosotros una doble influencia, física y moral: los ojos gozan y la mente se serena. La arquitectura de González de León me impresiona; la palabra es inexacta y debería haber dicho: me seduce-.
Teodoro González de León es considerado uno de los arquitectos más prolíferos y sugerentes del panorama mexicano, su obra salta a la vista en cualquier espacio de la Ciudad y del país. De su autoría son los edificios del Infonavit, el Museo Universitario Arte Contemporáneo, Reforma 222, la ampliación del Auditorio Nacional y de la delegación Cuauhtémoc, el corporativo Arcos Bosques, el Parque Garrido Canabal de Villahermosa y el Colegio de México. Se le considera un creador de espacios que dialogan con la ciudad, sus obras tienen un lenguaje propio que transmiten a través de sus sombras, luces, colores, innovaciones; te invitan a ser parte de una creación que vive y respira por sí sola.
Para Enrique Krauze su legado arquitectónico está en la ciudad, en el país, son espacios que hacen ciudad y convivencia, generan encuentros con las personas para reconocernos unos a otros.
Al finalizar el evento, el homenajeado, consternado y abrumado de felicidad, dirigió unas palabras a los presentes, dando las gracias a cada uno de los panelistas, mencionando lo importante que es el pasado para entender el presente. Y se despidió al citar que estas disciplinas se han convertido en una forma de vida: la lectura es una forma de vida, el dibujo, la pintura, la escultura son una forma de vida; visitar las ciudades es una forma de vida, escuchar música y la arquitectura son forma de vida… No tener ninguna religión es la forma de Teodoro González de León.
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