“…Cada que alguien critica, con o sin argumentos una gran obra puesta en la calle –Un derecho que nadie le puede quitar a la humanidad que además es por naturaleza criticona- los dirigentes los ponen en sus miras telescópicas porque están convencidos que los que los critican son los enemigos y claramente no entienden las razones de quienes los alaban. …”
Autor: Sergio Roldán Gutiérrez
sergio@sergioroldan.com / @SergioRoldanG
La determinación de crear ciudades equilibradas y armónicas, que le den espacio a todos los que vivan en ella, es una apuesta muy nueva y tiene muchos precursores en todo el mundo, sin embargo, este postulado que nació de los pensadores subversivos de mitad del siglo pasado, hoy es el discurso común que va desde los ultra derecha más radicales, hasta los activistas autodenominados apolíticos independentistas que cuando no ganan sus “luchas” se convierten en los primeros.
Henri Lefebvre, un militante del partido comunista francés, muy en desacuerdo con el capitalismo ya avanzado, se dedica a buscar un socialismo posible, y en ese camino escribe “La Revolución Urbana” donde esboza de manera muy general lo que sería llamado después, el derecho a la ciudad, defendido a ultranza por los capitalistas de hoy y puesto en las agendas de organismos multilaterales como la UNESCO o la ONU Hábitat bajo la expresión “Ciudades Inclusivas”.
El punto es que las ciudades ya son las protagonistas, Jane Jacobs lo repitió hasta su muerte, y por si no quedó claro, lo dejó bien fundamentado en “Las ciudades y las riquezas de las naciones” una especie de teoría económica actual basada en las ciudades, no en los países. Jacobs era una activista socio política también, absolutamente inconforme con el desarrollo urbano por encima del humano y además una persona muy molesta para los intereses políticos de la New York del siglo pasado, motorizada y pavimentada en exceso.
Lo digo porque estos autores que cito, son hoy la referencia de los nuevos políticos que aún no diferencian entre lo que es de izquierda y lo que es de derecha. Pero también David Harvey, tal vez uno de los académicos más citados en estos temas urbanos, se auto define como “Urbanista Rojo” cómo para que se hagan a la idea de lo sensible que es, aún hoy, hablar de las intervenciones urbanos de las grandes ciudades. Es como ir en contravía del desarrollo. Cada que alguien critica, con o sin argumentos una gran obra puesta en la calle –Un derecho que nadie le puede quitar a la humanidad que además es por naturaleza criticona- los dirigentes los ponen en sus miras telescópicas porque están convencidos que los que los critican son los enemigos y claramente no entienden las razones de quienes los alaban.
Harvey se puso como objetivo “crearle ardor de estómago a la bestia del capitalismo” cómo él mismo lo dice, por que desafortunadamente, un gobernante no puede ser capitalista en su actuar, de lo contrario, ampliaría más la brecha, generaría más desequilibrio. Harvey lo explica en “Urbanismo y Desigualdad” un texto que debieron haber leído muy bien antes de actuar, los gobiernos que pusieron edificios retorcidos en los territorios como si fueran pirámides faraónicas para dejar en la memoria su nombre por toda la eternidad.
Así pasó en Egipto, en Machu Pichu, pero es que hoy los edificios se caen, se deterioran, dejando en evidencia la incapacidad del que los pensó y la soberbia del que invirtió los recursos de toda una población en su propio ego. Llámenlo como quieran: urbanismo social, acupuntura urbana, inclusión social. En términos de Brigitte Colin, la inclusión social también es entendida como el derecho a la ciudad, es una estrategia para garantizar que todos los habitantes tengan las mismas posibilidades de acceso a los beneficios que ofrece la ciudad y a participar de manera activa y consciente en la toma de decisiones, son mil formas de llamar a lo mismo; La inversión mayor se hace en los cerebros de los ciudadanos y se tiene que hacer ahí porque todos los días nacen y mueren, porque todos los días cambian de nacionalidad, de credo, de convicciones, porque no son los mismos siempre, rotan de ciudad en ciudad buscando la que mejor los acoja.
Hay que alfabetizar a los inmigrantes que llegan, hay que dejar educados a los que se van. Ciudades para todos es el discurso político. Sin espacios para caminar, sin transporte público, sin parques; Ciudades inseguras, sucias, sin gestionarse en lo elemental, es la realidad bochornosa, que no se borra con auxilios, se borra construyendo #CiudadaníaAntesQueCiudad