Para Josep Bohigas, director de Barcelona Regional, conjugar lo político con lo técnico en la planeación urbana es una necesidad inmediata para las ciudades.
Por Iván Valero > @ivanvalero_
La ciudad del futuro, considera Josep Bohigas (Barcelona, 1967), no es una ficción que hay que crear desde fuera de la urbe, su creación es a partir de la ciudad que existe hoy en día, y en esa construcción los ciudadanos deben ser consultados.
Cada conflicto social que surge en el desarrollo de un proyecto, dice el arquitecto, es también una oportunidad de solución y por ello, la política, entendida como una negociación permanente, debe estar siempre presente.
Bohigas fue designado en diciembre de 2015 director general de Barcelona Regional (BR), una agencia pública de planteamiento estratégico, urbanismo e infraestructura, que lidera el ayuntamiento de Barcelona, actualmente encabezado por Ada Colau, ex activista que defendió a los afectados por la burbuja inmobiliaria.
Entrevistado por City Manager, de lo primero que habla es de la importancia de conjugar lo político con lo técnico en la planeación urbana:
Lo bonito de BR es estar en una posición entre lo político y lo técnico, vibrar entre una cosa y otra, coger algunas ideológicas y traerlas hacia el campo técnico o al revés.
La definición griega de ciudad se divide en tres palabras: la urbe, la polis y la civitas. Urbe es la parte física de la ciudad, la polis es la parte política y económica de la ciudad y la civitas es la ciudadanía. Esto ya ha acabado y ahora viene la tercera fase, que es poner a los ciudadanos en el centro de las políticas de la ciudad.
¿Cómo hace BR para empatar el proyecto técnico con los intereses administrativos, económicos y políticos?
Me gusta la palabra empatar, nosotros usamos alinear, y alinearse es un proceso natural, no solo como alineamos con la realidad de la ciudad sino en conjunto hacia direcciones concretas. Que haya ganado ahora Colau no es casualidad, es porque hay unas condiciones para que eso suceda. El empate del que hablas tiene que ver con entender que ese proceso ha venido para quedarse y creo que todos esos agentes que operan en la ciudad en la última instancia tiene que asumirlo y potenciarlo.
En las negociaciones de la ciudad siempre hay un choque de intereses. Poniendo al ciudadano en el foco, ¿puede mestizarse este choque de intereses o es inevitable?
La tarea permanente de negociación es la definición de la política, no hay política estable y la intención de estabilizarla no sería la idea de una ciudad.
La ciudad tiene por definición esta imposible corrección, el conflicto es parte de su habitabilidad y de su oportunidad: cada vez que hay un conflicto también se genera una solución y ese equilibrio es la negociación permanente que la ciudad nos ofrece.
El lema que rige la política de este gobierno es «mandar obedeciendo», escuchar a la ciudadanía e implementar formas de participación. Hasta ahora, se decide la ciudad con procesos poco participativos y me gustaría imaginar que iremos viendo otras fórmulas de hacer ciudad escuchando a toda esta gente que reclama un derecho a la ciudad, que es lo que en los últimos años se ha ido perdiendo por apostar a la polis transformadora que frente a los problemas de desempleo, pobreza, energéticos, económicos había que buscar invasores y vender trozos de ciudad y eso daría trabajo. Pero esa idea de generar dinero convirtiendo al turismo en la primera fuente de impresos llegará un momento en que ni el turista querrá venir porque encontrará que la ciudad es horrible, sin interés.
Nos enfrentamos al fenómeno acelerado de expansión de las ciudades. Barcelona se ha caracterizado por ser muy compacta, sin embargo, muchas ciudades como la Ciudad de México no tienen esta condición, ¿cómo recompactan las ciudades?
Algo que debe quedar claro es que la ciudad del futuro no es una ficción que hemos de crear afuera porque ésta sea un desastre, eso para mí demuestra un gran pesimismo, la ciudad del futuro es ésta, la que tenemos. Trabajar sobre ella es mucho más eficaz que trabajar sobre las entelequias de ciudades futuristas, el reciclaje de la ciudad actual es la auténtica estrategia optimista de regeneración urbana. Hay que encontrar los procesos para crecer desde dentro, aprovechar cualquier oportunidad para modular la convivencia en el interior de las ciudades.
Ciudad sin gente y gente sin ciudad, son los dos dramas que vivimos. El centro de Medellín es espectacular, lleno de gente toda la tarde, pero llega la noche y se abandona porque nadie vive en él, éste es un drama monumental que viven muchas ciudades.
Gente sin ciudades, es lo que pasa en la periferia donde hay mucha gente viviendo pero no hay espacios de calidad, no hay conexiones, no hay servicios, no hay ciudad. Hay que reconectar estas periferias, convertirlas en ciudad y llevar gente a vivir a los centros.
Una vez que el modelo Barcelona ha terminado, ¿cómo abordará para BR este proceso de reconstruir la ciudad desde adentro y llenar la ciudad de ciudadanos?
Un tema que quiero abordar es la vivienda pero entendiéndola como infraestructura y pensar de que cuando hablamos de movilidad o medio ambiente, es también vivienda. La vivienda en ese sentido puede estructurar una nueva visión a todas las obras estratégicas de la ciudad.
Otro eje fundamental para BR es la reflexión sobre movilidad, la guerra directa al vehículo privado. Barcelona tiene el 70 por ciento de su espacio público dedicado al coche privado cuando un solo 16 por ciento de la gente se mueve en coche, eso es una vergüenza y una desigualdad tremenda. Habrá que construir otros espacios de ciudadanía revirtiendo los tantos porcientos de la movilidad pensando siempre en la vivienda, pues la casa es también la parada del metro, la calle que te lleva a ella, el parque que está cerca, el bar de la esquina. La manera de mirar desde afuera es seguir pensando que la calle es casa.
¿Qué sucede adentro y qué tan importante es para que impacte afuera? ¿Podría ser el retrato de nuestra ciudad lo que está sucediendo dentro de nuestros hogares?
Tenemos un proyecto llamado “Arquitectos de cabecera”, es un taller corto que estamos haciendo ahora en la Universidad Centro y consiste en hacer una cartografía de interior de las casas de la Colonia América. Empezamos detectando tres familias y estamos dibujando sus problemas interiores, la tiendecita de adelante en la que se pasan la mitad del día, la parada del Metro para ir trabajar, el parque del Bosque de Chapultepec y el lugar por donde cruzan, es decir no la casa si no esa otra casa. La idea de la casa dispersa es una idea potentísima que explora porque da la solución a los metros cuadrados reducidos que tu casa no resuelve. Al analizar a una familia no la puedes reducir al espacio que está pagando, su espacio va más allá. Pensar la ciudad, insisto, es pensar en casa porque muchos de esos espacios al final son los complementos de lo que nos falta dentro de la casa.
¿Cómo funciona la gestión de todos los componentes de BR cuando alguno se desalinea, por ejemplo, cuando el puerto decide construir el Hotel W descuidando las estrategias de todos los demás?
Hay muchos intereses, cosas que no dependen sólo de ti pero lo intentas alinear. Yo creo que la mejor estrategia es convencer con el proyecto, por eso es importante que exista Barcelona Regional, que exista alguien que escuché a todo el mundo y mediante el trabajo en equipo transdisciplinar dibuje algo que sea un win-win para todos. Tengo la intención de fregarme, de pelearme para que esas cosas se alineen más y dedicarme a la ciudad intensamente, es sin duda mi gran reto.
Si fueras City Manager de la Ciudad de México, ¿Cuáles son las cosas o los proyectos con los que tú iniciarías? ¿Cómo generarías un cambio en esta ciudad?
Bueno, los temas que en esta ciudad y en Barcelona me obsesionan (porque en todas las ciudades son un problema) son la vivienda, la movilidad y la participación. Si fuera City Manager de México lo primero que haría es arreglar las banquetas, hacer una ciudad útil 8-80, para los niños de 8 años y para la gente mayor de los 80 porque es difícil moverse por esta ciudad, creo que no está adaptada a una circunstancia tan primordial como ésta. El tema accesibilidad y seguridad es urgente y debe ser pensado con toda la complejidad desde adentro, que cuando haces una banqueta hay que hablar con la gente que vive o trabaja ahí, pensar el proyecto con todos ellos para establecer realmente una ciudad más accesible.
El proyecto de conectar la Diagonal en Barcelona de Jordi Hereu trató de convertirlo en un proceso participativo pero no acabó bien. Ustedes lo han retomado, pero pese a su apuesta por la participación ¿Han preferido dar un paso atrás en esa línea y decir mejor avancemos antes que volver a preguntar?
Este proyecto, que consiste en conectar dos tranvías con un tranvía central en la Diagonal para cortar alas al vehículo privado y fomentar el transporte público, me parece de una obviedad en todos los niveles, pero como ha sido una herramienta política que ha hecho un alcalde, todos los astros, los periódicos y la gente que no apoya a Ada Colau se están alineando para engullirnos hacia un pozo y hacer fracasar un proyecto de este tipo. Se están haciendo 14 estudios de los cuales BR hace 3, de medio ambiente, movilidad y de oferta y demanda, y todos demuestran que es inapelable.
La crisis económica española ha frenado la carrera de muchos arquitectos. ¿No crees que esta cultura urbana que durante mucho tiempo se ha producido desde la Universidad en Barcelona está generando una generación perdida que ya no se va a poder volver a aprovechar?
Una no, varias, creo que la mía es una generación perdida. Si vieras la cantidad de gente con mucho talento y futuro que está cambiando de profesión a causa de la crisis. También es verdad que sigue haciendo el tipo de concurso que nos hace competir entre nosotros y que además para concursar en un edificio de 500 viviendas necesitas haber hecho uno antes, lo que deja afuera a todos esos jóvenes. Yo creo hay que cambiar la forma de la adjudicación, trocear los proyectos y hacer procesos más redistributivos. Me gustaría hacer un plan de 600 intervenciones inmediatas (podrían ser más, tal vez menos) y preparar así un nuevo territorio de oportunidad para que mucha gente joven pueda trabajar bajo una idea de urbanismo redistributivo incluso en el formato del encargo.