El agua pluvial que cae en la Ciudad de México podría ser una opción para ayudar a satisfacer la demanda del líquido, sin embargo, no hay actualmente tecnología suficiente para captar, almacenar y aprovecharla, aunque en la UNAM existe un proyecto para utilizarla en consumo humano.
Según datos oficiales de la Comisión Nacional del Agua, y la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat), cada año caen en México cerca de 711 mm de lluvia por año, lo que se traduce a un billón 489 millones de metros cúbicos.
El agua de lluvia no se aprovecha en la Ciudad de México para recargar los mantos acuíferos porque no hay forma de que lleguen, dado que los ríos fueron entubados, por lo que la gran mayoría de la precipitación se pierde yendo directamente al drenaje. En otros lugares del país, cerca de 20% llega a ríos y arroyos, 73% se evapotranspira y regresa a la atmósfera, mientras que el porcentaje que se filtra a lo mantos es muy poco, aproximadamente 6%, acorde a los datos del centro virtual de información del agua.
El 67% de las lluvias cae en los meses de junio, julio, agosto y septiembre, además que la precipitación es desigual a lo largo del país. Los estados que más lluvia reciben son Chiapas, Oaxaca, Campeche, Quintana Roo, Yucatán, Veracruz y Tabasco. Aunado a esto, hay que saber que actualmente no hay tecnología suficiente para captar, almacenar y aprovechar el agua pluvial.
Contaminación pluvial
En las grandes urbes como la nuestra, la industrialización y la alta densidad poblacional tienen efectos adversos en la química de las precipitaciones pluviales, que remueven de la atmósfera partículas y gases emitidos por fuentes naturales como la actividad volcánica, y antropogénicas, como emisiones vehiculares e industriales.
Esos contaminantes son depositados en la superficie terrestre tras un aguacero, con un impacto negativo en la calidad de los suelos; no obstante, aclaró Rocío García Martínez, investigadora del Grupo Aerosoles Atmosféricos del CCA, “el problema no son las lluvias, sino las condiciones atmosféricas”.
En la conferencia ¿Beber Agua de Lluvia sin Tratar es Seguro para la Salud?, la universitaria explicó que mediante un proyecto que ella encabeza, se dieron a la tarea de evaluar esa agua para conocer su calidad y las posibilidades de consumo humano directo.
En esta labor consideraron parámetros como: sólidos sedimentables, sólidos suspendidos totales, coliformes totales, coliformes fecales, conductividad eléctrica, pH, sulfato, nitrato, cloruro y sodio (incluidos en la norma de calidad de agua potable de México NOM-127- SSA1-1994). Los resultados de los análisis fueron positivos para los contaminantes en la mayoría de los casos.
Una de las conclusiones fue que, debido a estos contenidos, el agua de lluvia sólo puede ser utilizada para tareas como lavar automóviles, algunos tipos de ropa o para riego, pero no para consumo humano, al menos no sin un tratamiento adecuado.
Jugo de nube, proyecto de la UNAM
Para aprovechar este recurso natural hay procesos de tratamiento adecuado con los cuales es posible tener agua apta para consumo humano. Para ello, debe tenerse cuidado en una adecuada captación del agua de lluvia, filtración, purificación y almacenamiento.
La UNAM cuenta con el Proyecto Jugo de Nube, que desde hace cinco años cosecha agua de lluvia con fines demostrativos y de investigación y abastece dos bebederos: uno al interior del Edificio de Programas Universitarios de la Coordinación de la Investigación Científica y el otro, en donde se consumen cerca de mil 400 litros por semana, en el camino entre la Facultad de Ciencias y el Metro CU.
Ese sistema recoge el agua que cae en la azotea y la dirige por gravedad hacia un separador de primeras aguas, el cual elimina los primeros 400 litros de cada aguacero, esto garantiza el lavado de la zona de cosecha y el óptimo funcionamiento del sistema de filtrado, que consiste en tres filtros: de partículas de 90 micras, de carbón activado y KDF, así como uno en bloque de 10 micras; además, un inyector de ozono para la eliminación de microrganismos. Asimismo, cada bebedero o dispensador tiene un tren de filtrado.
Según Rocío García, investigadora del Centro de Ciencias de la Atmósfera (CCA), gracias al monitoreo permanente realizado al sistema, que la cosecha de agua de lluvia para consumo humano en la CdMx es viable cuando se hace de forma adecuada y se monitorea periódicamente el cumplimiento de la Norma Oficial Mexicana NOM-127- SSA1-1994 (2000).
FUENTE: www.gaceta.unam.mx