Recorre en el Museo Tamayo la exposición de Noguchi, disponible hasta el 9 de octubre.
Por Iván Valero > @ivanvalero_
Al entrar al Museo Tamayo te da la bienvenida una pirámide de octógonos en el centro del patio interior. La dureza geométrica y el color intenso de la escultura, combinados con la posición en el patio del museo y el baño de la cuidada luz cenital que previeron González de León y Zabludovsky, hacen de esta obra de arte un objeto tremendamente bello. En ese momento, tras el recibimiento, de la escultura sale una persona; es un visitante del museo. Entonces percibes que el pavimento que lo rodea no es el habitual del museo, sino losetas de caucho amortiguante como las que se usan en los parques infantiles y que no hay ningún vigilante que te impida acercarte, tocar o meterte dentro de la obra. Escultura-juego, belleza-funcionalidad, oriente-occidente. La obra de Noguchi está marcada por las dualidades.
Nacido en Estados Unidos, de madre escultora y de padre poeta, pasó diferentes etapas de su vida en su lugar de nacimiento y en Japón; vivió de cerca el enfrentamiento entre los dos países en la Segunda Guerra Mundial, quizá por eso su trabajo ha buscado siempre alejarse de la polarización, moverse entre dualidades y crear espacios de convivencia y fraternidad.
Los parques de Noguchi en el Museo Tamayo
La exposición del Tamayo se centra en la parte urbana de su trabajo, la de los parques, una de las que más le interesó pero a la vez la que más frustraciones le ocasionó, ya que solo se llegaron a construir dos de ellos: Playscapes, en Atlanta; y el Moere Numa Park de Sapporo, éste último con Noguchi ya fallecido. Esta escasa producción física hace aún más atractiva la oportunidad de visitar la exposición, que como no podría ser de otra forma, se extiende más allá del museo y se integra con el Bosque de Chapultepec para crear un pequeño extracto de parque de Nooguchi en el que se puede jugar con algunos de sus objetos.
Pero más importante que la belleza de los objetos de Noguchi, es la disposición de ellos en el espacio, dominio y control del paisaje que los contiene, algo que se puede apreciar en la otra parte de la exposición, la de las maquetas y dibujos que muestran el proceso creativo y las investigaciones del autor durante más de 50 años.
Disponible hasta el 9 de octubre, la exposición curada por Manuela Moscoso es una visita fundamental para quien le interese la escultura, la arquitectura, el paisaje, el espacio público, el diseño industrial, y sobre todo, a los que les guste jugar.