LA REVOLUCIÓN INDUSTRIAL SUPUSO UN ENORME SALTO TECNOLÓGICO, ECONÓMICO Y SOCIAL QUE OBLIGÓ A REPENSAR POR COMPLETO LA MANERA EN QUE HABITAMOS Y TRABAJAMOS EN LAS CIUDADES.
En 1850, cuando los efectos secundarios de la Revolución Industrial en la calidad de vida de los ciudadanos empezaban a ser evidentes, nacía Ebenezer Howard, uno de los urbanistas británicos más importantes de su tiempo y autor del modelo urbano de la ciudad-jardín que plasmó inicialmente en la publicación de 1898: To-Morrow: A Peaceful Path to Real Reform, y que revisaría profundamente en 1902 titulándola como Garden Cities of To-morrow. Aquel mismo año, el Jockey Club compraba en la Ciudad de México parte de los terrenos de la hoy colonia Hipódromo Condesa, con el fin de instalar precisamente eso, un hipódromo.
En el acuerdo de compra se incluía un convenio que permitía que pasados 15 años, los terrenos pudieran ser lotificados y vendidos con la única condicionante de reservar 60,000 m2 de suelo para instalar un parque público. En aquel primer plan para urbanizar unos terrenos, por entonces a las afueras de la ciudad, la hoy famosa Avenida Ámsterdam no estaba contemplada y el trazo previsto poco tenía que ver con el que hoy día conocemos.
Pasaron 15 años, y lo que debía haber sido un gran negocio en realidad no lo fue, para 1924 cerraron el hipódromo presionados por el escaso éxito del equipamiento y las subidas impositivas del gobernador del Distrito Federal. Las dificultades económicas que llevaron al cierre del complejo también impidieron llevar a cabo la lotificación prevista con el plan inicial. Dos años después, la compañía Chapultepec Heights, que en paralelo proyectaba la colonia Lomas de Chapultepec, con una estrategia urbana similar empezaría a edificar la actual colonia Hipódromo Condesa.
SUS INICIOS
A principios de los años 20, cuando ya se encontraba claro que el plan urbano inicial de la Condesa no se podría sacar adelante tal y como lo habían previsto, los fraccionadores José G. de la Lama y Raúl Basurto mostraron su interés en la compra del terreno y empezaron a hacer las gestiones pertinentes para renegociar la superficie que se debía donar para la construcción del gran parque público que se debía de edificar, y que en ese momento, desde el gobierno de la ciudad, se exigía aumentar respecto a los 60,000 m2 del plan inicial.
Después de que los concejales rechazaran la propuesta de los fraccionadores de fijarlo en los 70,000 m2, se llegó al acuerdo de reservar, finalmente, 87,000 m2.
Con esa reserva de suelo como principal limitante urbana, la decisión de dónde ubicar el parque era fundamental y condicionaba la lotificación y el éxito económico del desarrollo, ya que si se colocaba en uno de los bordes del terreno, iba a favorecer a lotes de los fraccionamientos contiguos, en detrimento de la nueva parcelación.
Del mismo modo, colocarlo en la parte Norte, hacia Jalisco y Yucatán, sacrificaba los lotes de mayor valor en aquel momento, ya que eran los más próximos a la Ciudad de México de los años 20. A diferencia de otras urbes, donde el trazo urbano viene dado por un plan de escala ciudad y los propietarios privados se adaptan a él, en esta etapa de expansión de la capital eran los privados los que tenían cierta libertad para diseñar las calles de su propiedad con criterios, en ocasiones, poco ortodoxos.
La consecuencia de esa ausencia de planeación global de la ciudad es la mala conexión entre colonias vecinas que obligaron, años más a tarde, a la creación de los ejes viales. En esa línea de criterios poco ortodoxos, el arquitecto Cuevas, fundador de la sociedad, proponía para el fraccionamiento una alternativa de calles no alineadas en retícula, pues las consideraba “poco atractivas”.
Finalmente, se optó por un plan que contaba con los 87,000 m2 en una posición central y equidistante a los límites del desarrollo y dos franjas de manzanas separadas por una calle continua, con camellón y de forma ovalada a lo largo de todo el perímetro.
EBENEZER HOWARD Y LAS CIUDADES JARDÍN
Según María del Carmen Collado, el trazo final de la colonia Hipódromo Condesa guarda semejanzas importantes con el esquema propuesto por Ebenezer Howard para las Ciudades Jardín. Si revisamos el esquema de su urbe utópica, encontramos una idea de parque central rodeado de vivienda, cambiando la forma circular por la ovalada del terreno. Si bien indudablemente hay semejanzas formales, el urbanista nunca planteó una aplicación literal de su esquema.
En Letchworth, la primera Ciudad-Jardín construida en 1903, el arquitecto Raymund Unwin también se basó en el esquema del británico, pero aportando enfoques de diseño urbano, nada semejantes en forma o escala al esquema de Howard. También llama la atención en el trazo de la colonia que, al igual que en el de Howard, el área de viviendas está dividida por una avenida con gran camellón (ahora la Avenida Ámsterdam en la Hipódromo Condesa), análoga a la Gran Avenida que proponía el urbanista para ubicar las mejores viviendas, pero nuevamente la referencia al esquema es una aplicación demasiado literal en lo formal, pero en pequeña escala y sin contemplar los equipamientos, la infraestructura ni las condiciones de la Gran Avenida. Las glorietas circulares repartidas por la Avenida Ámsterdam también recuerdan la planta del esquema de Howard, pero no deja de ser eso, una referencia.
El sistema de trenes conectado con la ciudad central, la convivencia con la industria en la periferia y otras muchas ideas que el británico planteó para su ciudad ideal, no están presentes en la Condesa, porque aunque la estructura pueda parecerse, no se trata de una ciudad-jardín, sino de un barrio que adoptó una estructura urbana “más atractiva”, tomando como referencia el vistoso esquema de la ciudad-jardín de Howard.
UN ÉXITO URBANO
La dificultad para atravesarla limita el paso de vehículos, la proporción de espacio público es infinitamente mayor que las colonias vecinas y la gran calidad de la arquitectura de muchos de sus edificios la convierte en un contexto excelente para desarrollar la vida urbano peatonal, que se acaba traduciendo en un desarrollo económico de la zona por medio de la vivienda y los negocios a pie de calle.
La colonia Condesa fue una versión limitada de la ciudad-jardín y hoy día podemos afirmar que funciona mucho mejor que la versión original, seguramente porque la idea de relación campo ciudad que se tenía entonces, condicionada por la poca habitabilidad de las ciudades de finales del siglo XIX y principios del XX, no es la misma que la que tenemos en la actualidad, donde la compacidad y los recorridos de proximidad son tan importantes como la presencia de la naturaleza y de aire limpio que, por otro lado, hemos ido aprendiendo a lograr sin necesidad de alejarnos de los centros urbanos.
Mucha gente piensa que la forma de la Avenida Ámsterdam se debe al rastro del histórico hipódromo que da nombre a la colonia, pero nada más lejos, aquel equipamiento tenía una geometría mucho más pura (dos curvas unidas por dos rectas) y en un principio no debía quedar ninguna referencia a esa preexistencia, pero la crisis del Jockey Club, sumado al aumento de las exigencias municipales de suelo para parque y la llegada de las ideas de Ebenezer Howard, dieron lugar a uno de los primeros experimentos urbanos de la Ciudad de México y a uno de los barrios de mayor movimiento de la ciudad.