El derecho a la ciudad, un mantra transformador

Uno de los grandes retos es modificar la convicción en acciones y lograr el cambio que ubica al ser humano en el centro de la ciudad.

Creemos que casi como un efecto automático, a cualquier acción (o afirmación) viene una reacción inmediata; sin embargo, en el quehacer urbano las grandes transformaciones requieren acciones específicas y tiempo, para tener verdaderos impactos en la calidad de vida de todos y todas. Si bien el derecho a la ciudad es un concepto construido por Henri Lefebvre en la década de los 60, a partir de los 90 los movimientos sociales y organizaciones de la sociedad civil retomaron este tópico como una bandera de lucha y movilización social. Sin embargo, un momento clave del mismo fue la inclusión del tema en la declaratoria final de la Conferencia de Asentamientos Humanos y Desarrollo Sostenible, realizada en octubre del 2016.

Conocida como Nueva Agenda Urbana, en ésta se incluyó el derecho a la ciudad como ideal para lograr una urbe para toda la población con igualdad en el uso y disfrute de las metrópolis y asentamientos humanos. En años recientes México –desde gobierno federal, estatal y local, academia y sociedad civil– se sumó al consenso sobre la necesidad de incorporar el Derecho a la Ciudad en la gestión urbana. En múltiples foros, mesas de discusión y debates se ha enfatizado –y a la fecha se reitera– el compromiso con este derecho.


DATOS PARA PENSAR. 

  • Todos y todas las involucradas con la gestión urbana (al menos en el discurso), coinciden con la importancia del derecho a la ciudad.
  • Leyes, políticas públicas, programas y acciones deben ser transparentes sobre a qué colectivo beneficia y por qué.

LA CLAVE: PARTICIPAR

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Se repiten afirmaciones retóricas, como mantras, y se escuchan frases con convicción. Más declaraciones poéticas que un objetivo traducido en leyes, políticas públicas, programas, proyectos o acciones concretas. Sin embargo, ¿es suficiente la repetición mántrica del “Derecho a la Ciudad” para mejorar la vida de las y los habitantes de las urbes mexicanas? ¿verdaderamente todos y todas las que de manera enfática y llena de convicción repiten oraciones llenas de eufemismos, se han comprometido con acciones específicas para que el Derecho a la Ciudad sea algo real y concreto? Tenemos la oportunidad de transformar la calidad de vida de los ciudadanos y el acceso a las oportunidades en las ciudades; el derecho a ésta es una herramienta para hacer realizables todos nuestros derechos. Se trata de un enfoque conceptual que permite transformar los asentamientos humanos y reconocer el conjunto de derechos humanos en las metrópolis (en realidad todos para las y los que vivimos en las urbes) y hacer partícipe a toda la sociedad. Esto implica ubicar a hombres y mujeres en el centro de la gestión urbana, y que de manera sustantiva se incorpore el marco de derechos humanos como un verdadero eje transversal que vaya más allá de incluirlo en un enunciado en la introducción o como mención en los ejes transversales en documentos programáticos. Por parte de las y los habitantes, de igual manera implica compromisos y responsabilidades para exigir a autoridades locales, estatales y federales transparencia en la gestión urbana; reconociendo que toda decisión gubernamental tiene ganadores y perdedores.

Vale la pena invertir en acciones y programas que tendrán resultados a mediano y largo plazos. En México tenemos que dejar atrás la visión a corto plazo asistencialista, que perpetua los problemas estructurales desde la toma de decisiones en gobierno (en todos los niveles) para lograr la transformación urbana. El Derecho a la Ciudad no será una realidad con discursos. Tenemos que cambiar el diseño, implementación y monitoreo de las políticas públicas en la gestión urbana; y como sociedad, involucramos en la toma de decisiones de nuestras ciudades exigir propuestas e intervenciones que ubiquen a las y los ciudadanos como principales actores, que verdaderamente mejoren nuestras oportunidades y libertades, que atiendan las desigualdades estructurales con resultados medibles, además de reconocernos como agentes de cambio corresponsables de las ciudades que tenemos y, sobre todo, que queremos.

One Comment

  1. Diana Herrera Ulloa

    Me encanta!!!

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