Saltar de la orilla: Covid-19, crisis económica y cambio climático

El Banco Mundial estima que por el cambio climático se pierden 520 millones de dólares al año y se lanza a la pobreza a 26 millones de personas. También calcula que este mismo fenómeno es responsable de 7 millones de muertes consecuencia de la contaminación atmosférica.

La fórmula para una explosión

En los márgenes de la actual crisis ubicamos a la pandemia por el COVID-19 que hasta el momento mantiene en contingencia y crisis sanitaria a cercada 185 países y del otro lado de la ecuación, empareja la disputa petrolera por la cuota de producción mundial protagonizada por Arabía Saudita y Rusia, que tuvo en vilo al mundo por un mes, acontecimiento acentuado por la falta de demanda del petróleo para producir combustibles, consecuencia de la pausa en las actividades económicas e industriales, respuesta a la contingencia sanitaria, ocasionando que automóviles, aviones, camiones, barcos y otros motores a combustión se encuentren apagados y estacionados, tal cual como le está sucediendo a la economía.

A tal punto ha llegado la desventura económica que, por ejemplo, el 20 de abril la cotización por barril de petróleo fue igual a cero dólares. Llegando al punto que el barril vale más que su contenido.

En este contexto, el COVID-19 y la crisis económica, son apenas un binomio dentro de una larga y compleja fórmula que describe una ignición atómica, que como oxígeno alimenta la chispa que provoca una explosión económica, sanitaria y social. Explosión no vista desde la Segunda Guerra Mundial o la gran depresión de 1929. En realidad no es así y con mayor precisión, condiciones sí existen pero parecían exclusivas de lugares pobres o remotas; inmersos en conflictos bélicos o crisis humanitarias por migración provocados por hambre o violencia.

En otras palabras, hay zonas del planeta que conocen qué es vivir confinados y entre crisis económica, sanitaria, bélica o todas las a la vez.

 

 La crisis que son más

El desencadenamiento generalizado instigado por la volatilidad financiera e inmovilidad de las personas, de la economía y de la vida social, es la receta de un coctel prevé al menos, la pérdida de 195 millones de empleos formales estimado por la Organización Internacional del Trabajo y la contracción 3 por ciento de la economía mundial calculado por el Fondo Monetario Internacional. Esta condición provocará fisuras o boquetes al casco de una flota de barcos que representan cada cadena productiva en todas sus escalas ¿Qué embarcaciones harán agua? Dependerá de su tamaño y la estabilidad previo a la crisis. Los más pequeños son los más endebles y vulnerables a las tormentas.

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Por su parte y de telón de fondo a la aparición del Covid-19 y la inminente crisis económica, ya cabalgaban decenas de años atrás y como jinetes del apocalipsis todos aquellos fenómenos inducidos por los efectos del cambio climático tales  como: sequías sofocantes y extensas; huracanes más poderosos; perdidas de grandes masas de biodiversidad; entre otras consecuencias negativas para la vida en el planeta, que ya forman parte de la vida cotidiana de cada ser humano independiente de su condición, incluso, Antonio Guterres, Segretario General de la Organización de la Naciones Unidas, asegura que el cambio climático es más mortal que el coronavirus.

De acuerdo con el informe sobre el Estado del Clima Mundial publicado por la Organización Meteorológica Mundial; el 2019 terminó con una temperatura 1.1 grados centígrados superior a los niveles preindustriales -el segundo año más cálido desde que se llevan registros oficiales-; los mares alcanzaron niveles récord; los océanos cada vez más cálidos, más ácidos y con menos oxígeno; el descongelamiento de los grandes cuerpos de hielo y los fenómenos meteorológicos son cada vez más extremos como sequias, incendios, tormentas e inundaciones. Las pérdidas de la biomasa, los ecosistemas, hábitat, cultivos y zonas habitables colocando a un volumen mayor de personas en condiciones de vulnerabilidad. Este escenario es la mano con la que abrió su juego la pandemia del Covid-19 y la crisis económica. Es decir, la crisis ya iba aventajando en su juego antes de empezar la partida.

En este mismo sentido, el Banco Mundial estima que por el cambio climático se pierden 520 millones de dólares al año y se lanza a la pobreza a 26 millones de personas. También calcula que este mismo fenómeno es responsable de 7 millones de muertes consecuencia de la contaminación atmosférica y que para el 2030 los costos a la salud rondaran los 4 mil millones de dólares.

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Recalcular riesgos

A principios del 2020, el Bank for International Settlements, conocido como el banco de los bancos centrales, encargó un estudio titulado El Cisne Verde que se refiere a los riesgos financieros, económicos y sociales provocados por los efectos negativos del cambio climático como inundaciones, sequías, huracanes más intensos, etcétera. Obligando a recalcular el riesgo en seguros de todo tipo o costos financieros por afectación a cadenas de producción o suministros influyendo en la salud financiera de instituciones, empresas, familias y personas.

Esto quiere decir que algunos seguros médicos recalcularán sus primas, serán más costosos, a consecuencia de las afectaciones a la salud de las personas por el cambio climático, por ejemplo, el aumento de las temperaturas en algunas regiones del mundo hará más susceptibles a las personas de contraer enfermedades infecciosas por la propagación de mosquitos que expanden sus zonas de influencia o por enfermedades gastro intestinales a causa de la falta de agua o por su mala calidad. Del mismo modo, los seguros y las inversiones recalculan el nivel de riesgo por catástrofes climáticas como huracanes o inundaciones cada vez más recurrentes y más destructoras que cobran más vidas, afectan la integridad de las personas, de sus bienes y de la infraestructura pública y privada.

Sin agua no hay economía

En síntesis y como muestra, el calor extremo como uno de los factores de riesgo, modifica los climas y en consecuencia los ciclos del agua, aumentando también su estrés por la sobre explotación de los mantos reconfigurará la viabilidad de la vida y sus costos en varias regiones.

Bajo el principio que no hay una sola actividad económica que no requiera agua, en cualquier escala. Las inversiones productivas determinan como factor el acceso al agua para definir en qué lugares se inyectan. Por lo que, el acceso al agua condicionará con mayor recurrencia donde habrá empleo y donde no.

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Viralización: el precio de ser globales

Lo anterior, representa un tenue trazo de que el Covid-19 y la crisis económica son el entremés de un menú más complejo y que se cocina desde finales del siglo XIX con inicio de la industrialización planetaria.

Incluso, la combinación de factores críticos que desencadenan todas estas crisis no es nueva para la humanidad, entre más globales somos más contagiosas son nuestras crisis. El periodo entre 1880 y 1910 se le conoce como la belle époque. Un instante puramente liberal y de expansión económica donde se consolidaría el patrón oro, las redes de transportes implementadas como los ferrocarriles y el vapor, así como las comunicaciones a través del abuelo de la fibra óptica: el telégrafo (Marichal, 2010).  Desde entonces y con un mundo hiperconectado la información, las mercancías, el dinero y las personas circularon con mayor intensidad y volumen; ya no solo entre países sino entre continentes. No obstante, este nuevo ritmo favorece al contagio de varias epidemias al mismo tiempo; sanitaria, medioambiental, social y económica. Aunque las vicisitudes son más virales, las soluciones también.

En conclusión, la crisis se instaló hace varios años. Ya nos encontrábamos en un contexto adverso y de profundo riesgo debe ser ya premisa para cualquier potencial solución. La crisis del cambio climático, aunque ha sido un proceso más sutil y paulatino, es mucho más corrosivo, complejo y profundo que solo se puede comprender si se analizan las entrañas del planeta. Cualquier modificación atmosférica, por definición, tiene efectos globales, tal como ahora las pandemias y las crisis económicas.

 

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