Donald Trump, en su papel de candidato por el partido Republicano y ahora como presidente electo de los Estados Unidos, obliga al mundo a proferir un sinnúmero de análisis y prospectivas sobre las complejas implicaciones sociales, políticas y económicas de los criterios -generalmente obtusos y pragmáticos- que Trump habitualmente conduce al límite de los efectos.
Prometió echar a los inmigrantes, disminuir impuestos, elevar los aranceles y renegociar o salir del Tratado de Libre Comercio de América del Norte. Este discurso, al menos hizo sentido a 6 de cada 10 de los electores blancos y a uno de cada 3 asiáticos y latinos.
Votantes territorialmente distribuidos al 65 por ciento en zonas rurales, la mitad en las zonas suburbanas y solamente al 35 por ciento en áreas urbanas. Todo para un país con niveles de urbanización superiores al 80 por ciento.
Fenómeno electoral que tuvo como telón de fondo ciudades como concentradoras de personas, ampliamente globalizadas, cada vez más tecnificadas, interdependientes, competitivas, profundamente desiguales y en muchos casos inequitativas. Con una lógica argumentativa práctica y digerible. Lo único que necesitaba era cosechar dentro de un terreno fértil y en un entorno colectivo con la necesidad de recuperar algo y dispuesto a tomar una decisión dominada por el miedo, la incertidumbre y el odio.
Aún así quedan opciones optimistas. Repasaremos algunos criterios urbanos que caminan en sentido opuesto al impulso de Donald Trump. Donde la utopía funciona como herramienta de contención a la de por sí fragmentada y desintegrada evolución social y urbana. La utopía es un sistema de engranes que ha hecho andar a la civilización; hizo caminar a esos primeros seres humanos sin nada encima, que migraron desde el África con ganas de salvar la vida, que lograron dominar de a poco un entorno natural que ahora son gigantes urbanos. La utopía es el horizonte inalcanzable pero que hace caminar, tal vez lento, pero progresivo y sin parar.
Trump: urbanismo como frontera
Como empresario, la fortuna de Trump fue amasada e impulsada, en parte, por la lucrativa edificación de condominios, hoteles y otro tipo de bienes raíces de lujo en la ciudad de Nueva York. Considerando su reputación para hacer negocios, no es difícil suponer que su concepción de ciudad se reduce a todo aquello que refleje robustos dividendos en el mundo del mercado inmobiliario frente al universo que representa el desarrollo urbano y el impacto para la ciudad como ecosistema global.
Entre su ideario de gobierno el Donald Trump’s Contract with the American Voter para los primeros 100 días de mandato confirma, tal como lo prometió en su campaña, la construcción de un gran muro de concreto entre la frontera de México y Estados Unidos -que registra un millón de cruces diarios- con el fin de contener con la inmigración ilegal tal y como lo describe el punto End Illegal Inmigration Act.
La edificación del muro calaramente tendría implicaciones negativas para la migración, la cultura, los corredores de biodiversidad y el entramado económico; y del mismo modo afectaría la dinámica urbana de millones de personas de ciudades vecinas en ambos lados de la frontera.
En todo el mundo los territorios fronterizos son espacios singulares. Su intensidad depende del intercambio en muchos sentidos No obstante, la frontera entre México y Estados Unidos es reconocida como una de las más activas del planeta. Esta condición, el propio ímpetu fronterizo, ha determinado en buena parte la evolución urbana -positiva y negativa- en todas las ciudades limítrofes.
Este límite territorial, delineado por 3 mil kilómetros de frontera, en cuya franja habitan 14 millones de personas (volumen poblacional mayor a países como Grecia, Bélgica, Bolivia o Túnez) y con una proporción de población urbana superior al 80 por ciento. Articulada a lo largo de una extensa red urbana en diez entidades fronterizas.
Entre ellas destacan por su masa urbana ciudades como Tijuana, Ciudad Juárez y Mexicalli del lado mexicano y Pima, Cameron, El Paso, Hidalgo, Webb y SAn Diego (esta última alberga el 40 por ciento de la población fronteriza local) del lado estadounidense. En conjunto, este borde representa la cuarta economía del mundo.
La utopía: germinación de la planeación urbana
Esta demoledora realidad y dentro de una lógica de intercambio de integración multidimensional entre México y Estados Unidos que tiene como primer plano este «panóptico lineal» – así referido por Teddy Cruz a la franja fronteriza en su proyecto The Political Equator- podemos hablar de un conjunto de propuestas que tuvieron como este peculiar territorio urbano. Para la primera Bienal de Diseño de Londres, edición titulada Utopia by Design que valió para celebrar los 500 años de «Utopía» de Tomás Moro, dio pie para que un equipo encabezado por el arquitecto mexicano Fernando Romero preparara un proyecto urbano utópico. El proyecto Border City presenta la visión de una ciudad binacional. El proyecto se situó en tres estados limítrofes: Nuevo México, Texas y Chihuahua sobre el potencial dinámico de dos ciudades El Paso y Ciudad Juárez. Busca ofrecer un nuevo modelo donde la migración, la movilidad asñi como los intercambios culturales, sociales y económicos son vistos como un potencial para la integración y el desarrollo.
Paralelamente, pero en la ciudad de Matamoros, la Dirección de Planeación de Matamoros municipal ha pensado que una ciclovía binacional entre las ciudaddes de Matamoros y Brownsville, es decir un proyecto de movilidad sustentable, conecte cerca de un millón de habitantes al mismo tiempo dinamice el entorno urbano tomando como punto epicentro de desarrollo el viejo Puente Internacional Brownsville-Matamoros.
Otros proyectos mucho más conceptuales descritos en 2013 por Dpr Barcelona un estupendo artículo titulado Zonas de Contención. Entre bordes y fronteras retomado por Arquine como los de Adam E. Anderson, Zones of Contention; el de Kersten Geers, Davis Van Severen y Wonne Ickx, Border Crossing Oasis; el de DAniel Daou, Umbral de las Américas; o la idea de una red compartida por El Paso y Ciudad Juárez de Adriana Navarro con Border Wall as Architecture ensayan la integración binacional bajo diferentes enfoques urbanos donde el cambio de paradigma radica con el rediseño de las fronteras, viéndolo más como bordes, cuerpos urbanísticos integrados ya en sí mismos pero fragmentados por límites político-administrativos.
Ciudades Santuario
Un enfrentamiento político se avecina entre autoridades municipales y el gobierno federal que encabezará Donald Trump. Alcaldes Demócratas de ciudades como Los Angeles, Nueva York, Chicago, San Francisco, Seattle, Providence y Newmark -conocidas como ciudades santuario han advertido que no facilitarán información ni la detención sobre personas sin documentación migratoria a los servicios federales de migración con el objetivo de deportarlos.
Las Ciudades Santuario conocidas así, más por que por una figura legal, por la asequibilidad para la integración social de la inmigración indocumentada. En estas ciudades es posible que las autoridades emitan identificaciones en situación irregular y de esta manera facilite la posibilidad de acceder a servicios y trabajo. Además, en las ciudades santuario prohíben a la policía local cuestionar a las personas por la situación migratoria cuando un inmigrante indocumentado sale libre por delitos menores.
En respuesta, el republicano Trump ha amenazado el recorte de fondos federales. Lo cual implica un desajuste en las finanzas municipales para el otorgamiento de servicios básicos, el mantenimiento y ampliación de la infraestructura urbana. Sin embargo, la respuesta de los alcaldes tiene un sentido identitario y práctico. Las ciudades funcionan con toda aquella población inmigrante con o sin papeles.